sábado, agosto 30, 2008

Ocurrencias de los alumnos. Parte VIII

yellow calcite by House Of Sims.

fotografía de House of Sims’

Posiblemente, una de las preguntas más difíciles que un profesor de Computación de preparatoria debe enfrentar es, “¿Esto para qué me va a servir?”

Desde la perspectiva del alumno, esta pregunta está totalmente fundamentada. Para empezar, el alumno vive en un mundo totalmente práctico, en donde todo tiene un propósito. Para el alumno promedio, el propósito de ir a tomar clases día a día es pasar un examen. Muy en su inconsciente, sabe que necesita esas clases para aprender lo que le pueda llegar a servir en un futuro. Son pocos los alumnos que entienden que uno puede ir a la escuela simplemente por el gusto de saber más. Muchos, ni siquiera han encontrado ese gusto por el saber, y sienten que si no se ven a sí mismos utilizando el conocimiento que proviene de sus maestros, ese conocimiento es totalmente desechable.

Por tanto, si tenemos un adolescente que sabe con certeza absoluta que no se dedicará a las ciencias, a la ingeniería, mucho menos a la computación, para el alumno es muy claro: aprender a programar y saber los conceptos básicos de la Computación no tiene sentido alguno. Su lógica dicta que en el futuro, él usará aplicaciones programadas por alguien más y que nunca se enfrentará al código que existe detrás de los programas que use en su rutina. A pesar de que uno insiste, clase con clase, en el hecho de que Computación puede ser vista no sólo como una materia informativa, sino como una materia formativa cuyos objetivos contemplan el desarrollo de nuevas habilidades para resolver problemas (de cualquier índole, no necesariamente de Computación), el alumno crea una resistente barrera desde el inicio de cursos que lo priva de momentos tan gratificantes como puede ser ver que tu programa corre sin fallas. 

Cuando llega un alumno y, excusándose de sus malas calificaciones, te pregunta “¿Esto para qué me va a servir?”, uno inspira hondo, relaja los músculos, y responde de la mejor manera. En mi caso, he descubierto que la respuesta más eficaz ante este tipo de desdén es:

–Me parece francamente soberbio que, a esta edad, uno pueda tener tanta certeza de lo que te va a servir en el futuro y de lo que no. Si vas por el mundo descartando lo que en ese momento creas que no te servirá, te estarás cerrando puertas para lograr lo que quieras de la vida. Además, si no te interesa saber más del mundo que te rodea, honestamente, siento que estás en la escuela equivocada.

Cuando usé esta respuesta por primera vez, me pareció, por demás, muy fuerte para un alumno. La palabra “soberbio” lleva muchas connotaciones muy poco agradables cuando uno es adolescente. También, el hecho de privarlos psicológicamente del derecho a pertenecer a una escuela que siempre han tomado como suya, suele ser un enfrentamiento muy osado. Sin embargo, debo aceptar que me ha funcionado bastante bien. A los alumnos a los que les he dicho eso, no sólo no vuelven a hacer la fatídica pregunta, sino que he notado que adquieren un pequeño cambio favorable de actitud. A veces siento que, lo que los adolescentes necesitan para reaccionar ante su despecho general por la vida, es un pequeño reto. Muchas veces, retarlos a demostrarle al profesor que está equivocado, es suficiente para despertar esa chispa latente que muchos llevan dentro. No puedo decir que esto ocurra con todos los alumnos. Hay algunos que no tienen remedio alguno, o que viven decididamente apartados de cualquier disciplina académica, como me sucedió con varios alumnos el año pasado. Sin embargo, siempre es interesante ver a ese chico o chica que se esfuerza sólo por probarse a sí mismo y superarse.

Como había comentado en mi publicación anterior, he estado recibiendo muchos comentarios favorables de mi desempeño como profesor. El problema de este asunto es que es difícil saber cómo tomar un comentario favorable de parte de un alumno que aún depende de mi calificación. El otro día, una alumna recién graduada y que se encuentra actualmente estudiando Ingeniería Geofísica en la UNAM, se tomó la molestia de, al verme conectado en el Messenger, dirigirme unas palabras que quisiera compartir:

La verdad, quería agradecerte todo lo que me enseñaste. Cuando tomaba clases contigo me esforzaba y todo, pero realmente pensaba que nunca me iba a servir lo que estábamos viendo. Ahora estoy más feliz que nunca de haberlo estudiado!! Entiendo perfecto todo lo de computacion para ingenieros, sobresalgo en la clase, etc.!! De verdad, muchas gracias.

Además de todo lo que me enseñaste como persona... pero eso simepre supe que me serviría!

Además, te lo digo sinceramente (digo, ya no eres mi prof, ya no sirve ser barbera) cada clase de compu que tengo, pienso: “pff... ojalá ruy fuera el profesor!...” Digo, mi prof de compu no es malo pero no es tan bueno como vos.

Fuera de algunas correcciones de ortografía y puntuación, los mensajes que ahora publico son inéditos. Estos simples comentarios (y otros que he recibido por distintos medios) hacen que sienta que no estoy perdiendo mi tiempo con los alumnos, que mis desveladas preparando clases, calificando exámenes, dando asesorías, tengan un valor mucho más preciado para mí que la bonificación monetaria que recibo cada quincena por parte de la escuela. Definitivamente, es un trabajo que quisiera conservar lo más que se pueda.

sábado, agosto 16, 2008

Ocurrencias de los alumnos. Parte VII

image 

Imagen de Paul Worthington

Como todos los años, la junta de bienvenida de la escuela donde trabajo se celebró el viernes antes de dar inicio a clases. Desafortunadamente para mí (y para todo el personal docente de la escuela), la fecha y hora de la junta de bienvenida coincidió casi exactamente con la inauguración de los Juegos Olímpicos. Siento que no fui el único maestro que asistió a regañadientes al auditorio escolar, sabiendo que millones de personas alrededor del mundo estaban viendo una de las inauguraciones más espectaculares de todos los tiempos. Afortunadamente para mí, mi novia tuvo la excelente idea de grabármelas y su mamá tuvo la delicadeza de copiarme el evento en DVD.

Éste es mi tercer año dando clases de manera oficial. En años anteriores, la junta de inicio de año había sido una experiencia totalmente aterradora. Eso de ver a tu lado a todos los profesores que alguna vez te dieron clase y darte cuenta de que ahora eres uno de ellos, puede llegar a impactar bastante la primera ocasión. Esta vez, me pareció lo más normal del mundo. Sin embargo, al ver las expresiones en los rostros de los maestros de nuevo ingreso, recordé ese sentimiento de emoción y extrañeza.

Finalmente, el inicio de clases llegó y, a pesar de toda la preparación física y mental a la que voluntariamente me sometí durante el fin de semana anterior, me costó mucho trabajo levantarme a esa hora. Vi al reloj despertador con cierto recelo y, a pesar de las circunstancias, me armé de valor y me levanté a arreglarme para el primer día de clases.

La primera clase transcurrió normalmente. Había en el fondo un grupo de niñas que aún parecían interesadas en platicar de las vacaciones, pero nada grave. Me he dado cuenta de que mi manera de dar clase también ha evolucionado bastante desde que inicié mi labor docente. Recuerdo que el primer día de clases, les explicaba el curso, la forma de evaluación, las reglas de puntualidad, trabajos, satisfacción del curso, etc. Todavía me daba tiempo de iniciar el primer tema y avanzar en la presentación. Este año, apenas y me dio tiempo de terminar la introducción al curso. Creo que ahora puedo hablar con más confianza que hace 2 años. Lo cierto es que el primer día de clases que di en aquella ocasión, estaba francamente aterrorizado. Ahora me siento mucho más cómodo dando mi clase. Supongo que es un buen inicio.

Por otra parte, siempre que inicio un nuevo curso, les pido a mis alumnos que me envíen un correo electrónico con sus datos, su expectativa del curso, y qué es lo que quieren estudiar, para tener una mejor perspectiva del tipo de alumnos que tengo y hacia dónde enfocar mi clase. En esos correos recibo una cantidad tremenda de información por parte de los alumnos. Recibo experiencias pasadas en cursos (buenas y malas), recibo los pasatiempos de varios alumnos, los intereses, y siempre hay alguien que trata de hacerme la barba a través de estos correos electrónicos. A algunos, les sale mejor que a otros, pero definitivamente, hay correos que me hacen sentir mucho mejor que otros. Pocas veces, me encuentro con correos de alumnos en los que siento que sí hay algo de honestidad en las cosas que me escriben. Quisiera compartir un fragmento de uno de estos correos que me hicieron sentir muy bien:

Ahora, ¿qué espero del curso de computación? En primera instancia lo que espero es ver qué tanto disfruto el curso. Debo confesar que antes de 5°, computación no era ni mi fuerte ni mi hit (estaba en el punto de que no sabía usar otra cosa que no fuera "printf") y de hecho área I no me atraía del todo justamente por la materia en cuestión. Pero oh sorpresa, el año pasado me volviste una nerd/geek de computación, más bien de programación, y era feliz haciendo los proyectos, aunque luego los compañeros eran más estresantes que el proyecto mismo jojo. No sé los demás pero para mi has sido el mejor maestro que hemos tenido. El punto es que entendí lo que no pude entender en 4 años, y descubrí que no soy taaan mala en esto y que me gusta, y hasta lo estoy considerando como carrera.

Independientemente de si es verdad o no, debo confesar que este comentario me hizo el día. Estoy muy contento de que alguien me exprese de esta manera el esfuerzo que trato de imprimirle a todas mis clases. Por suerte, es una chica que sí ha sacado buenas calificaciones conmigo el año anterior y que sí noté cierto gusto por lo que estábamos trabajando. Ojalá y no la defraude.

jueves, agosto 07, 2008

Our Last Summer

 

I can still recall
Our last summer
I still see it all
Walks along the Seine
Laughing in the rain
Our last summer
Memories that remain.

-Our Last Summer (Mamma Mia!)

 

El otro día estaba recordando las buenas épocas en las que los meses correspondientes a julio y agosto, solían connotar una etapa de vacaciones, de ocio y de descanso. Una vez entregadas las boletas de calificaciones, la preocupación de las tareas y los exámenes quedaba atrás. Mis papás solían organizar vacaciones, tal vez a Acapulco, o a Orlando, para aprovechar el calor y desahogar la energía infantil que solíamos tener mi hermano y yo. Muchos de los mejores recuerdos de mi infancia, datan de aquella época entre años escolares en los que la mayor preocupación radicaba en haber visto toda la cartelera cinematográfica, o en saber en qué nos íbamos a entretener al día siguiente.

Desde hace ya varios años, la concepción que tenía acerca de las vacaciones de verano ha venido cambiando radicalmente. La verdad es que no me arrepiento del hecho de que mis veranos los pase trabajando. Las recompensas son muchas y muy satisfactorias. Sin embargo, no puedo negar la nostalgia que me invade al ver a estudiantes paseándose en ropa veraniega y lentes de sol, cuando yo paso a lado de ellos con ropa de oficina y mi gafete colgando del cinturón. Los tiempos han cambiado, indudablemente. Por fortuna, me sigue gustando mi vida y siento que la sigo disfrutando.

Sin embargo, tanto en el trabajo, como en los demás aspectos de la vida cotidiana, esta época de vacaciones estudiantiles sigue sobresaliendo a través de muchas y muy diversas manifestaciones. Uno de los ejemplos más claros es a través del tráfico. Hago 45 minutos a mi trabajo, cuando en épocas de clases, suelo hacer hasta dos horas de camino. Las vialidades suelen ser una completa delicia durante las semanas en que la población migra turísticamente fuera de la ciudad.

Por otra parte, también varios de los clientes con los que normalmente trabajamos, suelen salir de vacaciones con sus familias, por lo que la carga de trabajo suele bajar. De repente, hay que enfrentarse a nuevos proyectos que están en puerta, pero en sí, la interacción directa con los clientes baja radicalmente.

Este fenómeno influye directamente también el el uso del Internet. En general, no es como que haya mucha gente que visite mi blog, pero muchas de las visitas son de gente que busca información de El amor en los tiempos de cólera y por azares del destino, llegan a mi reseña del libro y de la película. A mí no me engañan, estoy seguro de que son alumnos que no quisieron leer el libro y que buscan en Internet cuanta información esté disponible para realizar algún ensayo o para prepararse para algún examen o discusión. Por esta razón, en estas épocas, incluso mi blog sufre una constante disminución de visitantes. Digo, no es como que mi blog tenga una popularidad suficiente como para que esta estadística sea representativa del uso del Internet, pero sí me hace sentido que, año con año, estas semanas de vacaciones muestren una interesante caída de visitas a mi blog. A continuación muestro las estadísticas semanales de mi blog:

Analytics

Por lo tanto, es por estas épocas en las que recuerdo el objetivo principal por el cual abrí este blog en un principio: la esperanza constante de que gente a lo largo y ancho del mundo pueda leer todo aquello que pasa por mi mente y que estoy dispuesto a compartir a través de este medio. En esos momentos, reviso de nuevo mis estadísticas y, a pesar de que sí he visto un constante crecimiento en el número de visitas que llegan por alguna razón a mi blog, no he visto nada que me convenza de manera contundente de que la gente esté leyendo lo que estoy escribiendo. Cada día, incluso, veo menos comentarios en las publicaciones que hago, y siento que los comentarios tienen una correspondencia proporcional de qué tanto está siendo verdaderamente leído mi blog, y no cuántas veces alguien ha caído accidentalmente en él. Por lo tanto, siento que debo tomar varias acciones importantes:

  1. Publicar más seguido: Definitivamente, si quiero que la gente lea esto, debo publicar más y dejar de agregar tanto widget y contenido poco útil a mi blog.
  2. Encontrar nuevos temas: Va muy de la mano con el punto anterior. Tal vez no esté escribiendo lo que la gente quiere leer, o no como la gente lo quiere leer. Definitivamente, no voy a escribir de algo que no me interese o de lo que no sepa lo suficiente, pero siento que hay muchas cosas que podría comentar y que no lo hago.
  3. Contenido visual: En una sociedad tan acostumbrada al contenido interactivo, es necesario aumentar poco a poco la cantidad de imágenes, videos, etc. Aunque, detrás de todo esto, mi principio fundamental siempre ha sido que las palabras pueden más que las imágenes. No sé qué pensar al respecto.
  4. Leer más blogs: Tal vez leyendo y viendo qué es lo que están ofreciendo otras personas, pueda hacer algo por atraer a la gente. Dicen que el ejemplo es el mejor amigo de aquél que quiera aprender.
  5. Posts más pequeños: Una de las reglas de oro de los blogs es no abrumar al lector con tanto contenido. Sin embargo, siempre me han gustado las publicaciones largas. Es algo que no puedo evitar: me gusta escribir. Siento que si me dedicara a escribir posts más pequeños, estaría perdiendo un poco de identidad.
  6. Formato de posts: Tal vez tenga que ver con el hecho de que a la gente no le gusta tanto el contenido anecdótico. Para mí es esencial, pero, then again, suelo considerarme una persona atípica.
  7. Diseño del blog: El diseño que manejo en este blog es bastante convencional. Muchas veces siento que el diseño y la disposición de las cosas dentro de mi blog no son debidamente atractivas.
  8. Tomar unas vacaciones: Tal vez tantos años de trabajo casi ininterrumpido estén obstaculizando el tiempo que le dedico a este blog y el contenido del mismo. No sé.

¿Alguna otra sugerencia?