miércoles, abril 16, 2008

Ocurrencias de los alumnos. Parte VI (Desde el examen bimestral)

Cuando iba en la prepa, siempre me pregunté qué era lo que los profesores tenían que hacer para no aburrirse mientras estaban de guardia en los exámenes. Recuerdo unos que se ponían a leer el periódico, o un libro; otros, adelantaban trabajo; unos más obsesivos, vigilaban meticulosamente cada una de las acciones de los alumnos; había otros que se ponían lentes obscuros y se sentaban a la mitad del salón. Yo, por mi parte, escribo en mi blog.
Así es, las pequeñas bestias se encuentran haciendo un examen cien por ciento maquinado por mi mente maquiavélica. En general, hago dos tipos de exámenes: los prácticos y los teóricos. En este momento, toca el turno de un examen teórico. En él, pueden sacar cuanto documento impreso como deseen. No es como que les vaya a ayudar de algo. El problema es que muchos de ellos creen que sí, y normalmente se confían al extremo de que no estudian. "¿Para qué? Tengo los apuntes que me darán la respuesta en el momento oportuno." Las respuestas a los exámenes prácticos no se encuentran impresas en sus cuadernos; se encuentran en las prácticas que hicieron a lo largo del bimestre. No sé por qué, pero muy pocos se enteran del hecho de que un examen práctico necesita práctica para resolverse. Requiere de una adquisición de habilidades.

En fin... A lo lejos, veo a alguien que intenta voltear disimuladamente a la computadora del compañero. Le llamo la atención amenazadoramente. Podría dejarlo... al parecer aún no se da cuenta de que su examen y el examen de sus vecinos son totalmente distintos. Le perjudicaría más el hecho de poder copiar que el intenterlo. ¿Por qué los alumnos son tan flojos? Prometo, de todo corazón, que mi examen es sumamente sencillo. Anoche que estaba tratando de resolverlo, salió en 6 minutos, 29 segundos (cronómetro en mano). Si supongo, pues, que los alumnos van a tardarse 10 veces más de lo que yo me tardé haciéndolo, entonces una hora para resolver el examen es más que suficiente. Son flojos, de verdad. Muchos se están jugando sus exenciones en este momento. Puedo sentir el nerviosismo, la adrenalina adolescente que exudan al teclear frente a sus computadoras. En la segunda fila, alguien alza la mano. Voy a atenderlo... No era nada: uno de tantos alumnos que quieren que el profesor les pase la respuesta y disfrazan esa petición con una pregunta de un examen totalmente claro.

A una chica se le acaba de apagar la computadora sin ningún aviso previo. A ella le daremos más tiempo al finalizar el examen. Vale la pena tomar en cuenta ese tipo de casos. En la fila de hasta atrás, puedo escuchar a una alumna que teclea velozmente. Me acerco disimuladamente a su pantalla y reconozco la destreza de un buen programador. Le han de quedar unos cinco minutos y se irá, posiblemente, con un examen inmejorable. Me agradan las personas que estudian.

La verdadera pesadilla que rodea a los exámenes no se encuentra en el alumno que está resolviéndolos; se encuentra en el profesor que después tendrá que corregirlos. Al principio, es, incluso, emocionante. Conforme uno va pasando las hojas, y leyendo una y otra vez respuestas semejantes, la actividad adquiere una monotonía desesperante. Al terminar de calificar el examen número 100, el profesor queda tortuosamente exhausto. Es difícil entenderlo, hasta que uno se ve inmerso en esa actividad tan nefasta, y tan necesaria a la vez.

En fin, se acerca la hora de recoger el examen. En un momento más, diré que se les ha acabado el tiempo. Muchos gritarán, otros seguirán escribiendo para no dejar ninguna especificación del examen en blanco. Yo aclararé que ya no recibo más exámenes, que los desafortunados que no estén en mi computadora en ese momento, serán reprobados. Con eso, entregarán todos y podré irme a mi próximo trabajo.

Es hora: "¡Chicos, ya entreguen!"

1 comentario:

PoNCh dijo...

Que lindo relato, Inge. Este tipo de cosas son las que uno no se imagina como alumno y es agradable escuchar cómo las vive alguien que aún no es esclavo de la rutina y la monotonía como usted.

Por cierto, qué le parecería mostrarnos de vez en cuando algunos ejemplos de las preguntas que hace en sus exámenes? La vez que las ví me llamaron mucho la atención y me gustaría ver más!

Saludos!