sábado, abril 25, 2009

Mentiras

mentiras1 “Yo que he dejado todo por seguirte a ti
Y te he dado mucho más que a nadie di
Te he entregado de mi vida lo mejor
Y hoy me llamas y me dices simplemente adiós.

Mentiras… Mentiras.”
-Alejandro Jaen (Mentiras)

Cuando era pequeño y mi mamá se hartaba de tenerme en la casa, cuando ella se asustaba de la pila de juguetes tirados que crecía vertiginosamente alrededor de mi cama, cuando se hartaba de que su hijo brincara violentamente en los sillones de la sala, decidía sacarme a pasear con el pretexto de que debíamos “salir a tomar el sol.” En ocasiones, íbamos al parque, o comprábamos un helado, o caminábamos por lo que hoy es Galerías Insurgentes. Irremediablemente, nos sentábamos frente a la fuente de Liverpool Insurgentes y esperábamos a que dieran las seis, pues, justo en ese momento, el reloj que incluso hoy permanece en la fachada de la tienda departamental, daba un espectáculo que, en aquella época, me fascinaba: Todo empezaba con una serie de seis campanadas que, poco a poco, se iban tornando en una pequeña melodía bastante singular. Al mismo tiempo, un conjunto de muñecos (a veces sodados y bailarinas de ballet, a veces personajes de Disney, y a veces payasos) aparecían de una caja de metal que se encuentra en la parte inferior de la estructura. Una vez concluido el espectáculo que esperábamos a diario frente al Liverpool, helado en mano, regresábamos a nuestra casa a levantar el tiradero de juguetes y a descansar del paseo.

Lo que conservo de los años ochenta en mi memoria, se originó en esos paseos pues, recuerdo que me llamaba mucho la atención lo flagrantemente estrafalario de la moda de esa época: desde los flecos que me hacían pensar que esas mujeres estaban viendo la vida a través de una especie de código de barras, hasta las minifaldas de lycra ajustadas, pasando por los zapatos de plataforma, el maquillaje estilo Cats, los cinturones con tachas y las hombreras sin sentido.

mentirasAfortunadamente para la estética y el buen gusto, ya se ve poco de esa moda. Sin embargo, muchas personas que vivieron intensamente esos años ahora tienen cierto poder adquisitivo, y la industria teatral se ha tomado la molestia de explotarlo a través de una puesta en escena bastante interesante, llamada Mentiras.

El fin de semana pasado, tuve la oportunidad de ir a ver esta obra de teatro musical y debo confesar que, a pesar del tema y de las canciones que tanto he odiado a lo largo de mi vida, me gustó mucho el concepto y la adaptación a una obra de teatro. Como sabemos, no es nada sencillo tomar canciones tan populares y entrelazarlas en una historia coherente. Tenemos, por ejemplo, a Bésame Mucho, que intentó hacerlo con el bolero en una obra en la que, si bien se sienten pesadas tantas canciones del mismo estilo, logra hacer una historia medianamente interesante al respecto. Por otra parte, tenemos a Hoy no me puedo levantar, que como concierto de la música de Nacho Cano, está bastante bien; pero como obra teatral es totalmente vomitiva.

mentiras-musical2 Mentiras logra brindar al espectador una historia mucho más coherente que Hoy no me puedo levantar o Bésame mucho. Inicia de una manera que captura al instante a cualquier espectador despistado: con la llamada que anuncia la muerte de alguien. En este caso, cuatro mujeres son convocadas al funeral de un hombre. Al llegar, se dan cuenta de que el difunto caballero había contraído nupcias con dos de estas mujeres, y era amante de las dos restantes. Por si fuera poco, el testamento indica que una de las presentes es responsable de haberlo matado y, entre las cuatro, emprenden una aventura llena de recuerdos (tanto para ellas como para los espectadores) para desenmascarar este asesinato.

Así, emprendemos un viaje a la década de los ochenta, con canciones que para mí fueron, en su mayoría, desconocidas, pero que, alrededor de la audiencia, muchas personas cantaban en coro y aplaudían al ver sus mejores momentos de la infancia y adolescencia, cobrar vida en el escenario. Creo que es sumamente efectiva a la hora de encontrar los lugares comunes de la cultura de esos años, desde abrir los Frutsis desde la parte inferior, hasta una cantidad de telenovelas que formaban parte del día a día de las personas hace veinte años. Faltaron referencias a eventos internacionales, pero siento que el esfuerzo fue hacerla lo más mexicana posible.

untitledLas actuaciones son muy buenas, sobre todo, la de Natalia Sosa,  como niña berrinchuda y como esposa abnegada. Ella se lleva las palmas a la hora de cantar y, en cierta forma, las historias de las demás mujeres giran en torno suya. Desafortunadamente, el único rol masculino es bastante débil y el actor no es demasiado bueno. Cumple con lo mínimo necesario, pero siento que le faltó aportar bastante a la obra.

Un aspecto de la obra verdaderamente notable es la escenografía. A simple vista, se trata de un reproductor de LPs, donde el disco es la plataforma giratoria que cambia el escenario. Por encima, se puede apreciar la aguja que solía recorrer esos discos enormes y que ahora funciona como lámpara. Alrededor, se encuentran varias bocinas, muy al estilo de Hoy no me puedo levantar, pues se encargan de ocultar a la banda (extraño los musicales con orquesta) y partes del escenario. Por otra parte, la tramoya es impactante. Para empezar, cada parte de la escenografía está cuidadosamente colocada y pintada para representar una parte muy particular de la historia. Cada color representa a una mujer y cada posición en el escenario se adecúa a la historia de una manera casi mágica. Los mismos actores funcionan como tramoyistas en ocasiones, pero está tan bien cuidada la dirección escénica que es difícil estar consciente de que lo que está sucediendo no es parte de un recurso práctico en el escenario, y pareciera ser totalmente consistente con las actuaciones y el diálogo. De repente, cada parte de utilería se acomoda para formar una cama, o una oficina, o un bar, una casa, o un baño. El ingenio del diseño de este escenario me llamó mucho la atención. Entiendo que, de esta forma, se ahorra un poco en producción, pero he visto otras obras que, por ahorrar, afectan directamente a la entrega artística. No es el caso de la producción de Mentiras. Finalmente, la iluminación juega un papel muy importante, pues es la que define, al final, la historia que se está contando y es encargada de unir cada una de las piezas del rompecabezas y esclarecer el misterio.

Mentiras

Finalmente, quisiera agregar que la temática de esta obra musical significó mucho para mí en estos momentos. Como algunos de ustedes ya sabrán, me encuentro soltero de nuevo, también debido a una serie de mentiras que ya no pude tolerar. Por lo tanto, a pesar de mi repudio hacia la década de los ochenta, a pesar de mi intolerancia hacia varias de estas canciones, Mentiras representa una obra con la que, hasta cierto punto, me pude identificar, pues trata varias problemáticas inherentemente humanas.

Ayer, justamente, iba pensando en esto mientras caminaba rumbo a mi casa y, justo mientras iba pasando frente a Liverpool Insurgentes, abrupta e inesperadamente, empezaron a tocar las campanadas del reloj de la fachada de la tienda. Me detuve un rato, esperando a que salieran los muñecos bailando y recordando mis días de infancia en los que no tenía más preocupaciones que estar ahí, en ese momento, apreciar el breve espectáculo, y terminarme mi helado. Creo que extraño esos tiempos; sin embargo, creo que ahora me divierto y aprendo mucho más. Cosas de la vida…

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2 comentarios:

P@ux dijo...

Me permito detenerme a hacer un comentario para resaltar que la maestría ya acostumbrada en tus textos vuelve a encontrarse presente en este post. ¡Congratulaciones!

Anónimo dijo...

Amé la frase, "hombreras sin sentido". Hay cosas que deben morir hahaha