sábado, octubre 10, 2009

The Reader

The Reader 6 “She had favourites. Girls, mostly young. We all remarked on it, she gave them food and places to sleep. In the evening, she asked them to join her. We all thought - well, you can imagine what we thought. Then we found out - she was making these women read aloud to her. They were reading to her.” – Bernhard Schlink (The Reader)

 

 

Muchos de mis vicios actuales fueron adquiridos durante mis épocas de Preparatoria y durante la Universidad. Definitivamente, uno se mis más grandes vicios fue adquirido en la escuela donde estudié el Kinder, la Primaria, la Secundaria y la Preparatoria. Hasta la fecha, me es muy difícil pasar periodos de tiempo largos sin tener qué leer. La lectura se ha convertido en algo más que un pasatiempo; se ha convertido en parte esencial de mi vida. Recuerdo las épocas de proyectos y exámenes en la Universidad, en los que apenas tenía tiempo para respirar. Podíamos pasarnos semanas enteras en casas de amigos tratando de entregar los benditos proyectos en la fecha establecida por los profesores. Incluso, hoy en día todavía hay ocasiones en las que tengo que pasarme la noche en vela (como si las velas aún protagonizaran los desvelos) tratando de sacar algún entregable para mis clientes o para mis alumnos. En esas ocasiones de ocupación máxima y desmesurada, a pesar de la calidad de los resultados que entregábamos (normalmente solían ser bastante buenos) siempre tenía un sentimiento de vacío, y la verdad es que tengo la necesidad de tomar algún libro para sentirme bien conmigo mismo. Creo que el exceso de textos que tuve que leer en mi educación básica hicieron de mí, quizás no un ser más conocedor, pero definitivamente, un ser mucho más lector.

Recuerdo que mis papás me leían todas las noches. De hecho, en alguna ocasión, compraron uno de esos libros con trescientos sesenta y cinco cuentos, uno para cada día del año. Ingenuamente creíamos que nos iban a durar tanto tiempo pues, al cabo de unas semanas, ya habíamos recorrido los cuentos, incluso varias veces. Recuerdo especialmente el cuento de una lechera que, por ir pensando en una fortuna a futuro, tiraba su jarrón de leche, echando a perder sus sueños. No sé por qué me gustaba tanto ese cuento. Mi mamá, indulgentemente, lo leía continuamente, a veces hasta el cansancio; pero había algo en esa historia que me llegaba en ese entonces.

También llegan a mí memorias de cuando aprendí a leer. Tengo vagos recuerdos de haber creído que el aprender a leer era un proceso físicamente doloroso. No me explicaba cómo alguien, con sólo ver una página, podía reproducir una y otra vez las palabras que eran contenidas en ella. Me imaginaba que, en algún punto de la vida, uno tenía que someterse a una especie de intervención quirúrgica combinada con polvos mágicos y, a partir de ahí, uno salía con la extraña habilidad de leer. Fue hasta que relacioné el hecho de que podía haber garabatos que representaran sonidos, que pude tranquilizarme y entender que leer era una habilidad adquirida, como caminar o jugar algún deporte.

El primer libro formal que leí en mi vida por mí mismo, fue El diario de Ana Frank. Sé que es un ejemplar algo atípico para ser el primer libro de alguien, pero hubo un tiempo en que encontré cierto interés por la Segunda Guerra Mundial y por el Holocausto. Todavía hoy en día siento cierta atracción por las anécdotas que han salido a la luz de ese momento histórico que, esperemos, nunca se repita.

En uno de mis últimos viajes a Estados Unidos, me encontré en un Barnes & Noble un libro que llamó poderosamente mi atención. Para empezar, muestra a Kate Winslet en su portada semidesnuda y con una expresión que me intrigó en el momento en que la vi. En segundo lugar, el título, The Reader, me recordó por un momento mis experiencias aprendiendo a leer. Por otra parte, tenía un pequeño letrero que afirmaba que venía una película basada en ese libro próximamente. Finalmente, leyendo la contraportada, me di cuenta de que tenía una historia que involucraba a la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto.

The Reader (Movie Tie-in Edition) (Vintage International)

Lo compré en aquella ocasión y no me hice el tiempo necesario para leerlo (a pesar de sus breve longitud) hasta ahora. La verdad es que la historia es interesante, el libro está bien escrito, pero siento que no aporta demasiado al lector. Alcanza a tocar brevemente algunos temas meramente humanos (adolescentes en ocasiones) pero no le permite al lector identificarse con los personajes. En ocasiones, se pierde en discursos filosóficos que, si bien, complementan la historia principal, también es un hecho que distraen demasiado de los hechos principales. Hubo un momento en que decidí terminarlo simplemente por puro rigor de lector; sin embargo, debo decir que el final valió la pena el hecho de que no me hubiera desesperado y no lo hubiera abandonado.

Extrañamente, éste es uno de esos casos raros en los que la película sobrepasa la calidad del libro. A pesar de ser, casi en su totalidad, fiel al libro, la cinta muestra un giro vertiginoso frente a cómo presenta cada uno de los eventos de la novela. A mi parecer, existe un sentido de coherencia y cohesión que nunca experimenté en el texto escrito.

The Reader 1Aunque dice ser protagonizada por Kate Winslet y Ralph Fiennes, la verdad es que Winslet se lleva, por mucho, las palmas en esta película. No en vano le mereció el Óscar a mejor actriz estelar de 2009. Hay que mencionar también la actuación de David Kross quien encarna una versión joven de Ralph Fiennes. Por otra parte, Fiennes tiene un papel casi secundario y aparece brevemente, sobre todo hacia el final de la película.

Winslet interpreta a Hanna, una mujer alemana que esconde bajo su orgullo un secreto que la condenará por el resto de su vida. Fiennes y Kross interpretan a dos versiones distintas de Michael Berg, un joven enamoradizo que tiene que luchar contra su moral interna a favor de la dignidad de su amada, Hanna. ¿Qué es lo que une a estos dos personajes y qué es lo que los mueve a lo largo de la historia? La lectura.

The Reader 4

De esta forma, la lectura parece ser un personaje que rodea a todos los demás temas que presenta la trama. En ocasiones, es un pretexto sensual; otras veces, es motivo de conflicto; a veces, representa la injusticia; y finalmente, determina la dignidad de los personajes, y es que, no hay nada como una buena lectura en voz alta. Ahora que lo recuerdo, muchos de mis profesores de literatura de la Preparatoria son muy buenos oradores y excelentes lectores en voz alta. Creo que eso influyó fuertemente en el gusto por la lectura con el que salimos varios de los alumnos de esa Escuela.

The Reader 3 Me gustaría decir que el maquillaje es bastante malo. La versión madura de Kate Winslet no es del todo creíble; sin embargo, el libro es muy enfático en describir que, a pesar de sus años, todavía conservaba ciertos rasgos juveniles y un todo de voz constante. Por tanto, pudo haber sido decisión del director. Creo que la dirección, que corre a cargo de Stephen Daldry, es excelente. Toma muchas decisiones acertadas y tiene un juego de cámaras y de sombras que a veces las usa como transiciones, a veces para esbozar las personalidades de los personajes. Creo que sus elecciones van todas hacia el propósito constante de seguir contando una historia que, me parece, es de los puntos más importantes en una película.

The Reader 5

Por primera vez, recomendaré la película y no el libro:

Película: 9/10

Libro: 7.5/10

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miércoles, septiembre 30, 2009

Ocurrencias de los alumnos. Parte XI

Study  http://www.flickr.com/photos/frammenti/ / CC BY 2.0

La semana pasada fue, en definitiva, una de las más intensas de toda mi vida. El lunes y el martes, salí alrededor de la media noche de las instalaciones de mi cliente, el miércoles sucedió un problema crítico relacionado con una base de datos y tuve que quedarme toda la noche del miércoles al jueves y del viernes al sábado. Llegué a la casa el sábado por la noche y el domingo no fue mas que una transición de sueño entre un día de arduo trabajo y el lunes, que empezó de nuevo la semana. He estado francamente agotado y siento como si todavía no me recuperara del todo.

Siempre he dicho que la vida da altas y bajas constantemente y, por más antagónica que parezca, siempre habrá momentos mejores. Es simple cuestión de probabilidad.

Recapitulando el día de hoy, me di cuenta de que sucedieron dos eventos que me levantaron los ánimos y, francamente, ya me siento mucho mejor. Ambas situaciones tuvieron que ver con mis alumnos.

Hoy en la mañana, dediqué la clase a avanzar el proyecto y revisar si había dudas. Como nos acercamos a los exámenes bimestrales, trato de relajar un poco las clases, para no presionar tanto a los chicos y me pongo a platicar con ellos en lo que trabajan. De esta forma, uno llega a enterarse de los mejores chismes del mundo estudiantil: desde las novedades de la Fiesta Mexicana, hasta que una pareja escolar cumple hoy sus primeros tres meses de noviazgo. Caminando entre las computadoras, me acerqué a regañar a una alumna que no estaba trabajando y, de la nada, abrió su programa y me dijo “Ya acabé.” Francamente, me extrañaba que no estuviera programando, debido a que suele ser una alumna muy dedicada. Corroboré brevemente el dato que acababa de comentarme y decidí que era momento de ponerme a platicar con ella. Platicamos de las excursiones que están planeando por parte de la escuela, de los trabajos y tareas que tienen que entregar en esas semanas, de sus impresiones de los exámenes de su último año en la escuela, y finalmente, decidió platicar de su novio, quien está estudiando en el ITAM. De repente, vi cómo le brillaron los ojos y me dijo “Ruy, lo mejor de todo es que yo le ayudo con sus tareas de computación.” Ante mi mirada escéptica, reafirmó diciendo “Sí, yo sé más que él de programación.” Eso, francamente, me alegró toda la mañana.

El segundo suceso fue hace un par de horas, cuando me contactó una ex-alumna, miembro de la primera generación a la que le di clases. Seguía sacando los pendientes que no pude atender la semana pasada y me llegó el siguiente mensaje a mi Messenger:

¡¡Hey, Ruy!! Sólo quería decirte que, de nuevo, brillé por saber programar, jajaja. Neta te lo debo a ti… y eso que hace como un año que no programaba y pues ya se me olvidaron varias cosas… pero bueno, sólo es cosa de repasar.

Creo que, como maestro de preparatoria, son dos de los mejores comentarios que nos pueden hacer. El primero pudo haber sido un excelente intento por hacerme la barba. El segundo, lo siento un poco más genuino. De cualquier forma, no dejan de hacerme sentir que mi esfuerzo como maestro rinde frutos, quizás no a todos los alumnos, pero sí a los que deciden tomar en serio mi clase.

domingo, agosto 30, 2009

New York Update

NY II 2008-07-31 047

Como bien expresó El Inge en un comentario de la publicación anterior, viajar y escribir suelen ser actividades difíciles de seguir, sobre todo en una ciudad con tantas cosas qué hacer, como lo es Nueva York. A pesar de que soy muy afecto a la crónica y la anécdota, la vorágine de actividades y lugares para conocer me ganó y, a pesar de que en diversas ocasiones saqué mi computadora para seguir con la crónica, no avancé mucho. Sin embargo, me hice de una pequeña libreta y una pluma que me acompañaron a lo largo de mi viaje y pude hacer varias anotaciones importantes para después escribir la crónica que prometí. Eso, aunado a la magia de las fotografías que tomamos, me han puesto a trabajar en los últimos días en una descripción de los puntos importantes del viaje. Estaré haciendo actualizaciones periódicas, en cuanto termine de organizar las fotografías, notas, recuerdos y demás.

Por otra parte, ya he regresado a las labores docentes y es aparte siempre me ha quitado bastante tiempo de escritura. Intentaré organizarme de la mejor forma, dejar Facebook en segundo plano (a pesar de ser un adicto consciente de los males de las redes sociales) y retomar mi blog que, a pesar de que tantas actividades en mi vida diaria sugieren que debería dejarlo por el bien, aún queda un sentimiento interior que me impulsa a seguir escribiendo.

Finalmente, quisiera agregar que mi trabajo formal y de tiempo completo que realizo al día a día me consume más tiempo que antes. Tengo mayores responsabilidades y, con eso, se va todo el tiempo personal que tenía hace no mucho. He tenido que dejar varias cosas (como el teatro e, incluso, un grupo de mis alumnos) pero me niego a dejar tantas cosas que me gustaban por completo. Tal vez la frecuencia con la que hacía mis pasatiempos disminuya, pero me niego a creer que es hora de dejar atrás las actividades que forman parte de mi ser. Tal vez sea la crisis de los 25, pero hay varios de mis amigos y seres de edad cercana que están pasando por situaciones similares. Algunos, incluso, se encuentran pasando por situaciones mucho más adversas.

Creo que es una época de decisiones, de complicaciones, y, sobre todo, de mucho trabajo. Por si a alguien le interesa, sigo aquí, empeñado en hacer crecer mi blog, y buscando seguir siendo yo mismo.

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lunes, julio 27, 2009

New York I – Start Spreading the News!

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Imagen de fergusonphotography

Desde que era pequeño, mi familia siempre se preocupó por compartirme ese placer por conocer nuevos lugares y viajar. Quizás, nunca viajamos a lugares demasiado exóticos, ni demasiado lejanos o místicos, pero siempre procurábamos hacer, al menos, un viaje anual. Es totalmente comprensible, considerando que la mitad de mi familia vive en Costa Rica y la otra mitad vive en Guanajuato. Evidentemente, mis papás se preocuparían tarde o temprano por llevarme a conocer a sus respectivas familias. Poco a poco, fuimos expandiendo nuestras sitios de visita y esa costumbre temprana me llevó a conocer lugares inimaginables, a lo largo de América y Europa.

Cuando salí de la primaria, mis papás decidieron festejar los seis años de arduo trabajo y de excelentes calificaciones (solía ser más aplicado que en recientes fechas) con un viaje a la parte más al norte de América que he conocido. El viaje incluyó ciudades como Philadelphia, Washington D.C., Pittsburgh, Niágara, Toronto, Ottawa, Montreal, Boston, Cambridge y, por supuesto, Nueva York.

Fue en esa ocasión, cuando me enamoré de la ciudad que nunca duerme, con la gente por millares, las tiendas derrochadoras, las excentricidades exquisitas, el bullicio citadino, la prisa y el estrés, los parques gigantescos, los rascacielos impertinentes, los restaurantes inimaginables, y el teatro musical en su máxima expresión. Recuerdo que fue breve nuestra estancia. También debo mencionar que fue algo accidentada, pues todos éramos novatos en aquel tiempo hace ya tantos años atrás y una ciudad como Nueva York acoge sólo a aquellos viajeros experimentados que buscan cierto nivel de aventura citadina.

La aventura continúa, pues desde hace ya varios meses, unos amigos del trabajo y yo hemos estado planeando un viaje a Nueva York. Francamente, cuando surgió la idea, no me sentí lo suficientemente seguro con ella. Llevo años viajando y siempre he tenido la ayuda de mis padres en la parte económica. Incluso, cuando me fui a Argentina con mis amigos, a pesar de que terminé pagando todo el viaje, mis papás me apoyaron con la tarjeta de crédito que sería acreedora a los meses sin intereses que hacían al viaje costeable. En esta ocasión, es distinto, es oficial: he terminado de pagar todo lo necesario para mi viaje y saldré el próximo viernes a emprender una travesía que había estado esperando desde hace ya muchos años. Tenemos listo el vuelo, el alojamiento, y ciertas atracciones, incluyendo boletos para The Phantom of the Opera, The Lion King y Wicked. Hasta el momento, es todo lo que había deseado desde hace ya mucho tiempo.

He comprado una cámara nueva y me he llenado con la determinación de escribir, aunque sean breves palabras, de manera persistente en este blog, acerca de lo que acontezca en esta ciudad. Tengo muchas ilusiones de este viaje y quisiera que esta bitácora viva por mucho tiempo, para tener de dónde recordar esta experiencia tan prometedora.

Por lo tanto, si mi blog aún cuenta con la valiosa participación de lectores, por más escasos que sean, debo pedirles que estén al pendiente de las actualizaciones que haga a partir del próximo viernes 31 de julio, día en que empezará esta aventura.

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domingo, junio 07, 2009

La elegancia del erizo

umbrella “Aparentemente, de vez en cuando los adultos se toman el tiempo de sentarse a contemplar el desastre de sus vidas. Entonces se lamentan sin comprender y, como moscas que chocan una y otra vez contra el mismo cristal, se inquietan, sufren, se consumen, se afligen y se interrogan sobre el engranaje que los ha conducido allí donde no querían ir.”Muriel Barbery (La elegancia del erizo)
Imagen de Thomas Hawk
Todo inició como suelen comenzar los mejores relatos: con una noche lluviosa y una mujer misteriosa… Había llegado a mi casa después de un arduo día de trabajo. Empezaba a descalzarme y a recostarme brevemente sobre el sillón de la sala en lo que escuchaba cómo las gotas golpeaban los vidrios que separan la sala de mi casa con el balcón y el exterior del edificio.
Estaba a punto de caer en un letargo de cansancio, cuando recibí un mensaje de texto en mi celular. Me incorporé de nuevo, tratando de alejar el sopor, y leí: “Vecino, ¿se encuentra usted en su casa? Necesito hacerle un depósito.” El remitente era una amiga a quien había encontrado en Internet después de mucho tiempo de no platicar. La semana anterior habíamos ido por un café y habíamos charlado de la vida, del trabajo, de las ilusiones perdidas, y de mi crisis de los veintes. Respondí de manera afirmativa, preguntando acerca de a qué tipo de depósito se refería. Lo único que recibí de regreso fue un “Llego en 10 minutos.”
Me quedé un momento pensando en si me debía dinero por alguna razón, o si había mencionado algo acerca de un depósito la semana anterior. Sin encontrar una respuesta coherente al respecto, decidí que lo mejor que podía hacer era simplemente esperar a que llegara.
Diez minutos después, sonó el timbre con exactitud cronométrica. Bajé a abrir y me encontré a mi amiga esperando pacientemente en el umbral de la puerta del edificio donde vivo. Llevaba un abrigo impermeable y sostenía un paraguas con la mano derecha, mientras en la mano izquierda cargaba su bolsa y algunos artículos que acababa de comprar. La saludé con toda cortesía y, sin perder el tiempo en plática cordial sin sentido, buscó en su bolsa un artículo que, tras sacarlo y verlo por un instante, depositó en mi mano.
-Sabía que si decía que venía a dejarte un libro, no lo aceptarías, así que tenía que decirte que era un depósito –dijo, seguramente sonriendo para sus adentros. Tenía razón. Yo también sonreí discretamente.
Sin decir más, se despidió y amablemente rechazó mi intento por acompañarla de regreso a su casa. Observé en mis manos un libro con una fotografía de una niña en la portada, con la Torre Eiffel como fondo, retocado con colores pastel. Me volví una vez más hacia la dirección por la que mi vecina había llegado y me quedé mirándola caminar elegantemente bajo la lluvia, sosteniendo firmemente su paraguas.
Regresé de nuevo al sillón y empecé a hojear el libro. Se trataba de una novela originalmente francesa llamada La elegancia del erizo, un nombre que, a mi parecer, era poco común y le añadía cierto misterio a la misma obra.
Debo admitir que ha sido uno de los mejores depósitos que me han hecho en mi vida. Ha sido un libro que ha cambiado mi forma de ver la cotidianeidad en una ciudad como lo es México DF. Me explico:
Grenelle 47 Rue de Grenelle, Paris, France
Imagen tomada de Google Maps
La novela trata de dos historias paralelas, la de Renée Michel y la de Paloma Josse. Ambas viven en el número 7 de la calle Grenelle, en París y comparten otra peculiaridad: frente a un entorno banal, hipócrita y absurdo, ambas esconden una faceta erudita que les permite sobrevivir ante las paradojas que las rodean.
Renée es la portera del edificio, y tiene la completa determinación de aparentar ser nada más sofisticado que eso. Teme llamar la atención de los residentes burgueses y ha aceptado el arquetipo de pobre frente a una sociedad privilegiada. Enciende la televisión en el canal más trivial que encuentre cada vez que pasa alguno de los habitantes del edificio, se muestra renuente a utilizar un amplio vocabulario, a pesar de conocerlo, y vive escondiendo uno de sus atributos más interesantes, una pasión por la filosofía. De esta forma, mientras está segura de que nadie la está observando, se ocupa en leer a Tolstoi, Husserl y Kant, así como en escuchar a Henry Purcell y Gustav Mahler. Lo interesante de este personaje reside en su manera de contarnos los sucesos de cada día. Escribe a manera de novela, principalmente en presente, mostrándonos su tesis a través de pequeños ensayos que va intercalando con los eventos cotidianos.
Paloma es una niña de doce años que se sabe más inteligente que su familia, que sus amigos y sus maestros en la escuela. Es hija de un miembro importante del Parlamento y vive resguardada tras sus pensamientos, y a través de los diarios que escribe periódicamente. En el primero, titulado Ideas profundas, describe a la vida desde su propio punto de vista. En el segundo, Diario del movimiento del mundo, describe todo aquello que cree merecedor de su atención, en una búsqueda incesante por convencerse a sí misma de que la vida vale la pena ser vivida. En mi parecer, Paloma es el personaje más encantador de esta novela. Las personas que me conozcan, sabrán que siempre he anhelado tener una hija en algún punto de mi vida futura. Suponiendo que yo llegue a ser mejor padre que el de esta niña, Paloma representa un prototipo de hija que me gustaría tener en el futuro. Tiene todo lo que se podría esperar de una niña de esa edad: un intelecto suficiente como para discutir basado en argumentos lógicamente correctos, una pasión por la lectura y por el conocimiento, un sentido agudo del propósito la gramática y la ortografía, un respeto por el arte y la poesía, admiración por las culturas y, por supuesto, cierta ingenuidad ante la vida. Al igual que la señora Michel, Paloma ha decidido esconder todas estas cualidades, no tanto por protegerse, sino para evitarse el estar lidiando con intelectos menores. Es Paloma quien describe al comportamiento de Renée como la elegancia del erizo, pues es una metáfora muy bella en la cual, el erizo permite ver hacia afuera una imagen llena de púas inofensivas, pero por dentro, es un animalito bastante refinado.
Entra en juego un tercer personaje, Kakuro Ozu, un japonés que llega al edificio y que servirá como catalizador para los dos personajes anteriores. Entre los tres, observarán al mundo con nuevos ojos, con la capacidad de sorprenderse ante la belleza de la vida que los rodea.
En especial, me llamó mucho la atención el sentido de la estética que se discute a lo largo del libro. Cuestiones como la belleza del lenguaje son temas que casi no he visto discutirse. Por ejemplo, concuerdo con Paloma en la aseveración de que cualquier maestro de Lengua que diga que la Gramática sirve para “escribir bien” debe ser condenado irremediablemente a al hoguera. El ser humano, como el ser estético que es, tiene la capacidad de reconocer la belleza en el lenguaje. La Gramática es una herramienta que hemos perfeccionado a lo largo del tiempo para reconocer esta belleza intrínseca del lenguaje.
Estoy francamente impactado del efecto que ha tenido este libro en mí. Lo recomiendo ampliamente a todo aquél que haya caído en el ir y venir de los hombres grises y que esté dispuesto a ver al mundo a través de una propuesta filosófica muy interesante que Muriel Barbery pone sobre la mesa. En lo personal, me he encargado de depositar este libro en las manos de varias personas que conozco que sé que podrán valorar el contenido de esta novela. Si alguno de los pacientes lectores que hayan llegado hasta este punto de esta publicación ha tenido una experiencia semejante con éste u otro libro, agradeceré sus comentarios.

Actualización: Recientemente, vi la película basada en este libro. En español, se tradujo como El encanto del erizo. Debo aceptar que es una muy buena película. Está bien escrita, bien dirigida y bien actuada. Me gustó mucho la ejecución final. Sin embargo, carece de toda la profundidad filosófica del libro. Se centran en la relación romántica entre la señora Michel y Kakuro Ozu, y no tanto en la reflexión de la cotidianeidad que tanto me había llamado la atención.

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domingo, mayo 24, 2009

Ocurrencias de los alumnos. Parte X

Bruno Imagen de Alex France

Se acerca peligrosamente el fin de cursos y con él, también llega el sentimentalismo de aquellos alumnos que cursan su último año en la escuela. Esto se suma a que muchos de ellos están intentando exentar las materias y tratan de ocupar cualquier recurso en sus manos con tal de no presentar un examen final. Sea la razón que sea, siempre es agradable recibir ciertos comentarios como profesor que indican que uno está haciendo un buen trabajo.

Hace un par de semanas, se acercó una alumna al final de la clase y me entregó un pequeño paquete de plástico que contenía un pequeño separador de piel con la siguiente frase que clama ser de Einstein: “Sólo una vida vivida para los demás vale la pena vivirla.” Del otro, venía adherida con cinta adhesiva, un pequeño trozo de papel finamente cortado con un mensaje impreso. Decía: “Los maestros que dejaron huella en mi vida son:” y luego ponía una lista de 12 maestros que oscilaban desde el Kindergarten, hasta el Bachillerato, todos en orden cronológico. El último maestro de esa lista era yo estaba resaltado con tinta roja. Al lado, se apreciaban unas imágenes de unas huellas que caminaban torpemente hacia la lista. Finalizaba la nota con un agradecimiento y su firma.

Afortunadamente para mi ego, esta alumna no necesitaba ni una sola décima de más para pasar el bimestre y, mucho menos, para exentar el año. No es el mismo caso de otro alumno que me escribió una pequeña nota en el mismo correo en el que entregaba su última tarea del ciclo escolar. Sin embargo, este alumno nunca ha sido un adulador barato, de los que empiezan a recordarte cuánto necesitan para exentar en cuanto se aproxima el último bimestre. Al contrario; cuando di calificaciones la semana pasada, se mostró muy de acuerdo con su nota, a pesar de que significaba que tendría que presentar examen final. Comparto los comentarios que me envió por correo electrónico, ligeramente editados:

Que onda Ruy, aparte del chat te quiero agradecer el haberte entregado todo este año a nosotros, los ineptos de Área I. Sé que es difícil, y de verdad te admiro por todo lo que haces por nosotros. No es fácil dar clases y trabajar al mismo tiempo, y debe de ser muy desgastante, pero aún así diste tu 110% por nosotros y trataste de enseñarnos lo mejor posible. Por eso y muchas otras cosas, como tu paciencia, tu perseverancia y no dejarnos abandonados, te doy las gracias. Fue un excelente curso de computación, en el que no solamente aprendí, sino que también me divertí bastante.
Que te sea leve la vida Ruy, te voy a extrañar como maestro.

En definitiva, es el tipo de comentarios que hacen que, cuando uno se vuelve a ver la pila interminable de exámenes por calificar, nos armemos de valor e iniciemos con la tortuosa tarea, ya que, a final del día, suele dar frutos muy valiosos

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sábado, abril 25, 2009

Mentiras

mentiras1 “Yo que he dejado todo por seguirte a ti
Y te he dado mucho más que a nadie di
Te he entregado de mi vida lo mejor
Y hoy me llamas y me dices simplemente adiós.

Mentiras… Mentiras.”
-Alejandro Jaen (Mentiras)

Cuando era pequeño y mi mamá se hartaba de tenerme en la casa, cuando ella se asustaba de la pila de juguetes tirados que crecía vertiginosamente alrededor de mi cama, cuando se hartaba de que su hijo brincara violentamente en los sillones de la sala, decidía sacarme a pasear con el pretexto de que debíamos “salir a tomar el sol.” En ocasiones, íbamos al parque, o comprábamos un helado, o caminábamos por lo que hoy es Galerías Insurgentes. Irremediablemente, nos sentábamos frente a la fuente de Liverpool Insurgentes y esperábamos a que dieran las seis, pues, justo en ese momento, el reloj que incluso hoy permanece en la fachada de la tienda departamental, daba un espectáculo que, en aquella época, me fascinaba: Todo empezaba con una serie de seis campanadas que, poco a poco, se iban tornando en una pequeña melodía bastante singular. Al mismo tiempo, un conjunto de muñecos (a veces sodados y bailarinas de ballet, a veces personajes de Disney, y a veces payasos) aparecían de una caja de metal que se encuentra en la parte inferior de la estructura. Una vez concluido el espectáculo que esperábamos a diario frente al Liverpool, helado en mano, regresábamos a nuestra casa a levantar el tiradero de juguetes y a descansar del paseo.

Lo que conservo de los años ochenta en mi memoria, se originó en esos paseos pues, recuerdo que me llamaba mucho la atención lo flagrantemente estrafalario de la moda de esa época: desde los flecos que me hacían pensar que esas mujeres estaban viendo la vida a través de una especie de código de barras, hasta las minifaldas de lycra ajustadas, pasando por los zapatos de plataforma, el maquillaje estilo Cats, los cinturones con tachas y las hombreras sin sentido.

mentirasAfortunadamente para la estética y el buen gusto, ya se ve poco de esa moda. Sin embargo, muchas personas que vivieron intensamente esos años ahora tienen cierto poder adquisitivo, y la industria teatral se ha tomado la molestia de explotarlo a través de una puesta en escena bastante interesante, llamada Mentiras.

El fin de semana pasado, tuve la oportunidad de ir a ver esta obra de teatro musical y debo confesar que, a pesar del tema y de las canciones que tanto he odiado a lo largo de mi vida, me gustó mucho el concepto y la adaptación a una obra de teatro. Como sabemos, no es nada sencillo tomar canciones tan populares y entrelazarlas en una historia coherente. Tenemos, por ejemplo, a Bésame Mucho, que intentó hacerlo con el bolero en una obra en la que, si bien se sienten pesadas tantas canciones del mismo estilo, logra hacer una historia medianamente interesante al respecto. Por otra parte, tenemos a Hoy no me puedo levantar, que como concierto de la música de Nacho Cano, está bastante bien; pero como obra teatral es totalmente vomitiva.

mentiras-musical2 Mentiras logra brindar al espectador una historia mucho más coherente que Hoy no me puedo levantar o Bésame mucho. Inicia de una manera que captura al instante a cualquier espectador despistado: con la llamada que anuncia la muerte de alguien. En este caso, cuatro mujeres son convocadas al funeral de un hombre. Al llegar, se dan cuenta de que el difunto caballero había contraído nupcias con dos de estas mujeres, y era amante de las dos restantes. Por si fuera poco, el testamento indica que una de las presentes es responsable de haberlo matado y, entre las cuatro, emprenden una aventura llena de recuerdos (tanto para ellas como para los espectadores) para desenmascarar este asesinato.

Así, emprendemos un viaje a la década de los ochenta, con canciones que para mí fueron, en su mayoría, desconocidas, pero que, alrededor de la audiencia, muchas personas cantaban en coro y aplaudían al ver sus mejores momentos de la infancia y adolescencia, cobrar vida en el escenario. Creo que es sumamente efectiva a la hora de encontrar los lugares comunes de la cultura de esos años, desde abrir los Frutsis desde la parte inferior, hasta una cantidad de telenovelas que formaban parte del día a día de las personas hace veinte años. Faltaron referencias a eventos internacionales, pero siento que el esfuerzo fue hacerla lo más mexicana posible.

untitledLas actuaciones son muy buenas, sobre todo, la de Natalia Sosa,  como niña berrinchuda y como esposa abnegada. Ella se lleva las palmas a la hora de cantar y, en cierta forma, las historias de las demás mujeres giran en torno suya. Desafortunadamente, el único rol masculino es bastante débil y el actor no es demasiado bueno. Cumple con lo mínimo necesario, pero siento que le faltó aportar bastante a la obra.

Un aspecto de la obra verdaderamente notable es la escenografía. A simple vista, se trata de un reproductor de LPs, donde el disco es la plataforma giratoria que cambia el escenario. Por encima, se puede apreciar la aguja que solía recorrer esos discos enormes y que ahora funciona como lámpara. Alrededor, se encuentran varias bocinas, muy al estilo de Hoy no me puedo levantar, pues se encargan de ocultar a la banda (extraño los musicales con orquesta) y partes del escenario. Por otra parte, la tramoya es impactante. Para empezar, cada parte de la escenografía está cuidadosamente colocada y pintada para representar una parte muy particular de la historia. Cada color representa a una mujer y cada posición en el escenario se adecúa a la historia de una manera casi mágica. Los mismos actores funcionan como tramoyistas en ocasiones, pero está tan bien cuidada la dirección escénica que es difícil estar consciente de que lo que está sucediendo no es parte de un recurso práctico en el escenario, y pareciera ser totalmente consistente con las actuaciones y el diálogo. De repente, cada parte de utilería se acomoda para formar una cama, o una oficina, o un bar, una casa, o un baño. El ingenio del diseño de este escenario me llamó mucho la atención. Entiendo que, de esta forma, se ahorra un poco en producción, pero he visto otras obras que, por ahorrar, afectan directamente a la entrega artística. No es el caso de la producción de Mentiras. Finalmente, la iluminación juega un papel muy importante, pues es la que define, al final, la historia que se está contando y es encargada de unir cada una de las piezas del rompecabezas y esclarecer el misterio.

Mentiras

Finalmente, quisiera agregar que la temática de esta obra musical significó mucho para mí en estos momentos. Como algunos de ustedes ya sabrán, me encuentro soltero de nuevo, también debido a una serie de mentiras que ya no pude tolerar. Por lo tanto, a pesar de mi repudio hacia la década de los ochenta, a pesar de mi intolerancia hacia varias de estas canciones, Mentiras representa una obra con la que, hasta cierto punto, me pude identificar, pues trata varias problemáticas inherentemente humanas.

Ayer, justamente, iba pensando en esto mientras caminaba rumbo a mi casa y, justo mientras iba pasando frente a Liverpool Insurgentes, abrupta e inesperadamente, empezaron a tocar las campanadas del reloj de la fachada de la tienda. Me detuve un rato, esperando a que salieran los muñecos bailando y recordando mis días de infancia en los que no tenía más preocupaciones que estar ahí, en ese momento, apreciar el breve espectáculo, y terminarme mi helado. Creo que extraño esos tiempos; sin embargo, creo que ahora me divierto y aprendo mucho más. Cosas de la vida…

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lunes, marzo 23, 2009

Ocurrencias de los alumnos. Parte IX

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Esta publicación hace referencia a la entrada anterior (El arte de la guerra).

Cuando se vienen los exámenes bimestrales en la escuela donde trabajo, es muy común que los chicos estén estudiando en clase y que no pongan atención. Al principio, solía enojarme bastante, pues la soberbia inherente del profesor lo hace creer que no hay nada más importante en la vida que lo que está mostrando a los alumnos. Hoy en día entiendo que los chicos desean pasar su calificación y yo mismo a veces estudiaba en clases de otros profesores para los exámenes de Biología o de Historia.

Una vez, encontré a unos chicos estudiando Historia de unas hojas particularmente conocidas. Me acerqué y vi en el encabezado “Todo lo que debería saber de Historia V y no sé” y reconocí de inmediato mi resumen. Es interesante pensar que hoy en día, sigue ayudando a la gente, a mis mismos alumnos.

sábado, marzo 21, 2009

El arte de la guerra

A Chinese bamboo book, open to display the bin...Imagen via Wikipedia

“Conoce al adversario, conócete a ti mismo y el triunfo jamás se verá amenazado.” – Sun Tzu (El arte de la guerra)

 

 

 

Hace no mucho tiempo, estábamos platicando en el trabajo acerca de las pasiones. Yo, evidentemente, platiqué acerca de mi pasión por el teatro y la lectura; otros, mencionaron la pasión por los gadgets, por la comida, por el maquillaje, por las bolsas, por la música… Después de describir un rato cada una de nuestras pasiones, alguien comentó lo siguiente:

-Es extraño, pero antes no realizábamos las actividades que nos gustaban por falta de dinero. Ahora, que ya tenemos un poco más de recursos económicos, no las llevamos a cabo por falta de tiempo.

Me quedé pensando un rato y supongo que debe tener razón. Me recuerdo a mí mismo en la secundaria y en la preparatoria mendigando los centavos para comprar una garra de oso (un tipo de pan) y un café. Inconscientemente, nos volvíamos expertos en conseguir recursos: desde la repentina petición de dinero a nuestros papás a unos cuantos pasos de la puerta de salida, hasta las ventas fortuitas y frugales de accesorios. Me recuerdo a mí mismo, un adolescente de una familia sin demasiados recursos económicos, pensando en la manera más efectiva de conseguir dinero. En aquella época, solía ir al cine todos los fines de semana, y hurtaba los cupones de descuentos de las revistas para que me hicieran un 50% de descuento en taquilla. Aún así, no era una vida sencilla, sobre todo, después de que mi papá perdiera su empleo y tuviéramos que ajustarnos a un presupuesto mucho más limitado, enfocado principalmente en nuestra educación, y excluyendo cualquier tipo de entretenimiento.

Se acercaba el verano de 1999 y yo empezaba a prepararme para los exámenes finales que debía presentar. Acabábamos de adquirir una nueva computadora con Windows 98 y yo pasaba más tiempo jugando y navegando por Internet que estudiando. Afortunadamente, nunca tuve problemas con mis calificaciones. Siempre conseguí un promedio decentemente alto y mis papás nunca tuvieron la oportunidad de quejarse al respecto. A pesar de esto, el simple hecho de prepararme para un examen de Biología, me ponía la piel de gallina. Debo aceptarlo, a pesar de que tuve un promedio inmejorable en materias como Matemáticas y Computación, la Biología y la Historia siempre rondaron en mis pesadillas de estudiante. Así, pues, decidí aprovechar el tiempo que de por sí ya pasaba frente a la computadora en el arduo estudio de la ciencia de la vida. Abrí Word y puse, como encabezado “Todo lo que debería saber de Biología II y no sé.” Saqué todos mis apuntes, el Helena Curtis, y el material de la clase y de los laboratorios, y me dispuse a realizar la ardua tarea de elaborar un resumen anual de Biología. Inserté tablas, busqué esquemas, escaneé figuras, creé un índice, un glosario y lo ajusté a un formato particular y lo llené de notas al pie de lo que había platicado la maestra. Mis conocimientos de Biología y de Word crecieron estratosféricamente en esas semanas de trabajo incesante.

Una vez impreso, lo contemplé un rato. Estaba orgulloso de mi hazaña. Consideré en varias ocasiones engargolarlo para que se viera un poco más formal, pero el simple hecho de ver el conjunto de hojas de papel elaboradas, compiladas, y diseñadas por mí, me parecía maravilloso.

En esas épocas, solía ayudarle a un amigo a estudiar para sus exámenes de Matemáticas y de Física. Venía a mi casa, comíamos, nos escapábamos un momento al cine, y estudiábamos toda la noche. En una de esas sesiones de estudio, mi amigo encontró mi resumen de Biología. Lo hojeó un rato y, al terminar, lo puso de nuevo sobre la mesa y me dijo:

-Te lo compro.

Sacó de su billetera un billete de doscientos pesos y me lo entregó. En los segundos que siguieron, mi cabeza estuvo dando vueltas una y otra vez sobre el acontecimiento que acababa de ocurrir. Era la forma perfecta de ganar dinero para el verano. A final de cuentas, había otros cien alumnos que iban a presentar ese y otros exámenes finales.

Dediqué el resto de mi tiempo libre a sacar resúmenes de más materias. Primero, sacaba los resúmenes de las materias que yo mismo iba a presentar en examen ordinario, para que me sirviera también de estudio. Pronto, terminé con más materias y tenía un catálogo bastante amplio para vender. Apartaba pedidos y unos tres días antes del examen, entregaba todos los resúmenes. Conseguía impresiones gratis en la oficina de mi papá y la ganancia se iba íntegramente a mi bolsillo. Con eso me pagué viajes, cine, teatro, comidas, juegos y demás actividades adolescentes.

Aparte de las retribuciones económicas que, en esa época, parecían ser las más importantes, lo que me dejó esta actividad fue un gusto extraño por hacer resúmenes en la computadora. Los seguí haciendo durante la preparatoria y la universidad, aunque no siempre los vendí. En la universidad, normalmente se los pasaba a mis amigos más cercanos sin costo alguno.

Hace unos cuantos meses, mi mentor en mi trabajo actual me pidió que leyera un libro. Se trata de El arte de la guerra, de Sun Tzu. Se trata, tal vez, del tratado más importante sobre las confrontaciones militares de Oriente. No se sabe a ciencia cierta si en verdad existió este autor o si es una compilación de varios tratados de otros líderes chinos. Se tiene una teoría muy parecida que en el caso de Pitágoras y los pitagóricos, donde Pitágoras no es mas que un pseudónimo de varios pensadores.




The Art Of War: Sun Tzu: Books

ISBN: 1599869772
ISBN-13: 9781599869773


Recientemente, se ha utilizado este libro en cursos de administración enfocados a la gestión de conflictos y la cultura corporativa, razón por la cual llegó este libro a mis manos.

Francamente, pensé que no me iba a gustar. Suelo no ser muy afecto a este tipo de visiones, aunque debo aceptar que, después de haberlo leído, tengo una nueva perspectiva cada vez que entro a una negociación con un cliente o un conflicto cotidiano. No estoy totalmente de acuerdo con todo lo que se describe en este libro, pues hay ciertos aspectos muy localizados en la cultura oriental antigua.

El punto es que, una vez que tuve el libro en mis manos, volví a abrir una instancia de Word e hice lo que hacía tiempo no hacía: un pequeño resumen del libro con mis impresiones anotadas. Por si alguien quiere enterarse, les comparto el archivo.

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domingo, enero 18, 2009

Nuevo proyecto: podcast

Podcast BearDespués de estar totalmente inmersos en toda esta nueva ola de tecnología orientada a la Web 2.0, se nos ocurrió a un amigo y a mí, que podríamos intentar hacer un podcast. Dada la naturaleza tecnológica de ambos, intentaríamos orientarlo hacia esa área. Sin embargo, quisiera saber si alguien tiene alguna opinión, consejo, recomendación, consulta, juicio, razonamiento, criterio, apreciación, valoración, impresión, idea, o suposición que crea que nos pueda servir. De quererla compartir con nosotros, apreciaríamos nos la envíen a mi correo electrónico o por este medio. Los mantendré informados de cualquier actualización de este proyecto. ¡Gracias!

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viernes, diciembre 26, 2008

Attend the Tale of Sweeney Todd

sweeney todd “Attend the tale of Sweeney Todd.
His skin was pale and his eye was odd.
He shaved the faces of gentlemen
who never thereafter were heard of again.
He trod a path that few have trod
did Sweeney Todd
the demon barber of Fleet Street.”

Stephen Sondheim (Sweeney Todd)

Se acerca precipitadamente el final del año y creo que es un buen momento de reseñar a una de las mejores películas que vi en el 2008. Para empezar, es un musical; eso para mí es una ventaja innegable dentro del género fílmico y teatral. Otro interesante motivo por el cual decidí darle una oportunidad a una película claramente de terror y suspenso que, como ustedes sabrán, es uno de los géneros que tiendo a evitar, es que fue ideada por Stephen Sondheim. Con éxitos como Company, Into the Woods y West Side Story, Sondheim se ha ganado mi respeto como uno de los mejores compositores y letristas de este género teatral. Finalmente, una mancuerna tan probadamente efectiva como Tim Burton y Johnny Depp es, sin lugar a dudas, un evento que uno no debe perderse.

Estoy convencido de que las personas encargadas de clasificar las películas en México, al leer el título Sweeney Todd, the Demon Barber of Fleet Street y al ver el póster promocional, no dudaron mucho en ponerle clasificación C (para mayores de 18 años). A pesar de que conozco a varios mayores de 18 años con madurez limitada, entiendo el porqué de esta decisión: es una película, por demás, violenta. Esa vez, a principios de año, mi novia y yo llegamos al cine decididos a ver Sweeney Todd. Desafortunadamente para nosotros, mi novia aparenta mucho menos edad de la que en verdad tiene, así que, a la entrada de la sala de proyección, un imberbe adolescente, siguiendo las indicaciones de su trabajo al pie de la letra, decidió pedirle identificación a mi novia quien, como es costumbre, no la llevaba. Fui a comprar golosinas a la dulcería para hacer un poco de tiempo y, al regresar a la fila, tras mi espalda, mi novia se escabulló silenciosamente hacia la sala en lo que cortaban nuestros boletos. Creo que al final, el joven empleado de Cinépolis sí se dio cuenta de que nos habíamos pasado sin su aprobación, pero dudo que le haya dado mucha importancia, sobre todo si sabía el tipo de película que estábamos a punto de ver.

La película empieza con una obertura musical. Tim Burton es muy afecto a este tipo de inicios. Aprovecha una instrumentación compleja para hacer un viaje introductorio de sus películas. Este mismo recurso lo ha utilizado en Charlie and the Chocolate Factory, The Planet of the Apes, Sleepy Hollow, y sus películas de Batman, entre otras. Por tanto, desde hacía mucho tiempo, sabemos que Tim Burton es un aficionado de un buen inicio musical, sin mencionar que algunas de sus películas ya han sido musicales en sí. Hasta ese momento, todo pintaba bien.

Algo que sobresale bastante en esta película es la manera con la que Tim Burton presenta a sus personajes. Cada una de estas introducciones espontáneas nos da una muy buena idea del entorno del personaje y nos deja ver, poco a poco, su importancia en la trama. Johnny Depp aparece de la niebla a bordo de un barco que arriva lentamente a Londres. En ese momento, Anthony empieza a cantar acerca de sus viajes y de lo que espera ver en Londres. En este punto de la película, recuerdo haber visto a varias personas volverse a ver entre sí sorprendidos. Evidentemente, no esperaban un musical. No tardaron mucho tiempo en salirse molestos de la sala. Definitivamente, este género no es para todos.

Uno de los momentos más memorables de la película se encuentra casi al principio: después de la primera canción, la cámara lleva al público a un vertiginoso viaje a través del Londres del siglo XVIII, muy parecido a lo que alguna vez hizo Baz Luhrmann en Moulin Rouge, también al principio.

Justo después de esto, aparece uno de los personajes más notables del musical: Mrs. Lovett quien, en la película, es interpretado por Helena Bonham Carter, esposa del director. Sólo hace falta ver la figura y el aspecto de Helena para entender dos cosas: porqué fue la mejor opción para interpretar a Mrs. Lovett y mrs lovettporqué Tim Burton la eligió para ser su esposa. Para empezar, tiene una expresión digna de una mujer trabajadora e implorante, perfecta para desear el éxito profesional y para desear un amor imposible. Además, tiene una de esas sensualidades extrañas, como una Christina Ricci mucho más madura. Esto, aunado a un muy buen maquillaje que demacra su rostro, un personaje cuidadosamente escrito y una interpretación ingeniosamente grácil y espontánea, hace que Mrs. Lovett sea uno de mis personajes favoritos de todos los tiempos. Su primera canción la introduce en la historia de una manera muy peculiar. Aparece envuelta en harina cantando The Worst Pies in London, cancion que viola todos los principios habidos y por haber de la mercadotecnia de una manera flagrantemente ingeniosa y tierna. Entendemos, desde este punto, que Mrs. Lovett será el personaje encargado de solventar los momentos de mayor drama con un poco de humor. El único problema evidente de Helena Bonham Carter es que no canta. Se nota a primera vista que la decisión artística de los directores y productores fue conseguir actores que pudieran cantar, no cantantes que pudieran actuar. Ella es un claro ejemplo de esto, pues en varias ocasiones, la canción y la música la sobrepasan. A pesar de este tipo de situaciones, creo que no son suficientes como para decir que Helena hubiera sido una mala opción para el personaje. Por el contrario, siento que, si bien no es la mejor cantante de la película, su interpretación y la dirección de su marido rescatan al personaje.

johnny depp sweeney todd Johnny Depp es uno de esos actores a los que uno es capaz de confiarle cualquier personaje. Incluso, no es difícil verlo como un barbero hambriento de una venganza sangrienta. Su interpretación es verdaderamente impecable. A pesar de que tampoco es un gran cantante, es capaz de salir adelante con la música de Stephen Sondheim y rinde un tributo totalmente aceptable a las canciones de este musical. En él, también es necesario resaltar el buen trabajo que hizo el equipo de maquillaje con su rostro y su cabello. Es un personaje realmente difícil desde el punto de vista histriónico y musical. En varias adaptaciones de esta historia, la persona que interpreta a Sweeney Todd tiene la opción de llevar al personaje por dos rumbos distintos: en el primero, le da una oportunidad a Mrs. Lovett y se muestra ligeramente interesado en una relación con ella; en otras ocasiones, el actor decide ser totalmente apático a todos los intentos seductores de Mrs. Lovett. Johnny Depp claramente tomó el segundo camino. Se entiende, sobre todo cuando nos ponemos a pensar que Mrs. Lovett está siendo interpretada por la esposa del director. Me dio mucha gracia la escena en que Johnny y Helena tienen que besarse, pues podía imaginarme perfectamente a Tim Burton atrás rogando por que saliera esa escena a la primera.

El resto del reparto me parece también bien elegido, aunque parece sacado íntegramente de la serie de Harry Potter. Alan Rickman como el Juez Turpin es una opción bastante natural, sobre todo al pensar que su rostro ha sido mundialmente estigmatizado como el villano gracias a su interpretación de Snape. Timothy Spall hace exactamente el mismo personaje malévolo, pretencioso y sumiso que interpreta en Harry Potter y en Encantada; creo que ya tiene perfeccionado a ese personaje. La breve aparición de Sacha Baron Cohen como Pirelli es magnífica. Hace un personaje cuyo único objetivo es de dar un poco de lástima por la clara burla que se le hace a través de su canción, de su vestuario y su diálogo, y es el encargado de enfrentar a Sweeney Todd consigo mismo para dar lugar a la parte interesante del resto de la película: los asesinatos.

Lo único que le he criticado ampliamente a esta película, y a la obra de teatro original, es el romance que hay entre Johanna y Anthony. Me parece un romance meramente utilitario para aumentar la tensión hacia el final de la historia. Incluso, la canción que canta Anthony bajo el balcón de Johanna no evoca ningúna seducción. Por el contrario, recuerdo haber escuchado numerosas risas de lo ridículo que aparenta ser en un primer plano. Entiendo la necesidad de esos dos personajes, pero siento que deberíamos conocer un poco más del trasfondo de ambos para que su romance tenga más sentido.

Existe otra versión de este musical interpretado por George Hearn como Sweeney Todd y Angela Lansbury como Nellie Lovett. Se trata de la filmación de la versión escénica de Sweeney Todd en Los Ángeles. Esta interpretación le valió a Angela Lansbury un Tony como mejor Actriz en un Musical en 1979. Hace poco, tuve la oportunidad de adquirir esta versión en DVD y debo decir que me agradó bastante.

sweeneytodd lansbury

Aparte de la música y de las canciones que sobresaltan al espectador de cualquier adaptación de este musical, aquí sobresalen tanto la actuación de Angela Lansbury, como la dirección de escena y la escenografía. Lansbury retrata a una Mrs. Lovett mucho más audaz, mucho más enamorada, y mucho más graciosa que en la versión de Tim Burton. Por otra parte, escena con escena, los actores de reparto son los encargados de armar la compleja escenografía. Una vez armada, se inmovilizan por completo y se integran a las casas, los puentes y demás. Esta versión muestra a mayor detalle escenas como el enamoramiento entre Johanna y Anthony e, incluso, tiene una canción enteramente dedicada a la silla que usará Sweeney Todd en el futuro para ejecutar a sus víctimas.

Otra adaptación que vale la pena mencionar es la producción de 2005, donde se re-imaginó el concepto de este musical. Lo interesante de esta versión es que los actores son, al mismo tiempo, parte de la orquesta. Por lo tanto, podemos ver al actor que interpreta a Pirelli tocando el piano, el acordeón y la flauta; al Bedel con el piano y la trompeta; al Juez Turpin tocando la trompeta y las percusiones; a Lucy Barker con el clarinete; a Anthony con el vilonchelo y el piano; a Johanna con el violonchelo; a Tobías con el violín, el clarinete, y el piano; a Mrs. Lovett con la tuba y las percusiones; a Sweeney Todd con la guitarra.

main

Independientemente de la versión que sea, creo que el trabajo de Stephen Sondheim debe ser tomado en cuenta como un hito importante en la historia del teatro musical. Esta tragedia victoriana, aunque no ha recaudado los millones en taquilla, sí provoca diversas emociones en el público a través de una composición brillante, normalmente equilibrada entre buenas orquestaciones y buenas direcciones. Es la historia de un monstruo que clama venganza, tema que, como sabrán, suele atraerme bastante, mucho más en este formato. Me encantaría saber las impresiones que tengan los lectores de este blog con respecto a este musical y a la historia en general de Sweeney Todd.

Calificación: 95/100

domingo, noviembre 30, 2008

El hombre grisáceo

Al finalizar cada mes fiscal, es mi responsabilidad registrar todas las horas que ocupé en atender a cada uno de mis clientes. Con base en ese reporte de utilización, se irá devengando mi trabajo, esfuerzo y dedicación. Por lo tanto, debo ser extremadamente minucioso en el registro de mis horas. Cada minuto cuenta y ésta es la única forma con la cual puedo demostrar que trabajé correctamente a lo largo del mes. De esta forma, cada mes abro una herramienta y empiezo a registrar x minutos para el cliente 1, y minutos para el cliente 2, z minutos para el cliente 3, y así hasta que termino por registrar todas mis actividades. Es una actividad monótona y cansada, pues si la realizo el último día del mes, la herramienta se vuelve muy lenta, pues todos mis colegas, incluso a nivel internacional, están utilizándola al mismo tiempo para registrar sus horas. Al finalizar, cuando reviso el reporte final y veo que cumplí con todas las horas que debí haber trabajado, suelo tener uno de esos sentimientos de orgullo personal debido a mi productividad mensual.

Ayer, mientras finalizaba mi registro de actividades mensuales y al ver el reporte consolidado, me acordé de una novela que leí en la primaria. El título de esta maravillosa novela escrita por Michael Ende es Momo.




Momo: Michael Ende: Books

ISBN: 3522177509
ISBN-13: 9783522177504


Momo es la historia fantástica de una niña que emprende una aventura totalmente atípica para regresar el tiempo a las personas. En su hazaña, Momo es guiada por una tortuga de nombre Cassiopea hacia el recinto del profesor del tiempo, ingeniosamente llamado Secundus Minutus Hora.

A lo largo de la novela, nos encontramos con unos personajes que vale la pena mencionar: los hombres grises. Estos seres monótonos, decolorados, uniformes y apresurados dependen del tiempo de los demás para existir. Primero, se encargan de convencer a las personas de que es necesario que empiecen a ahorrar tiempo; después, el tiempo ahorrado lo transforman en puros y pasan su existencia, literalmente, fumándose el tiempo de los demás.

Momo1

¿Cuántas veces nos quejamos amargamente de que no tenemos tiempo? Vivimos en un mundo en el que, cual hombres grises, necesitamos realizar nuestras actividades de la manera más rápida con la esperanza de abarcar un rango más amplio de tareas. La pregunta esencial, empero, es si el hecho de querer incluir tantas cosas en un tiempo menor no nos estará privando de realizar todas las actividades por las cuales estamos ahorrando tiempo.

Quisiera compartir un pequeño extracto de la novela:

En el espejo había ahora la siguiente suma:
sueño                          441 504 000 segundos
trabajo                        441 504 000 segundos
alimentación                 110 376 000 segundos              
madre                           55 188 000 segundos
periquito                        13 797 000 segundos
compra, etc.                  55 188 000 segundos
amigos, orfeón, etc        165 564 000 segundos
secreto                         27 594 000 segundos
ventana                        13 797 000 segundos
total                         1 324 512 000 segundos

–Esta suma –dijo el hombre gris[…]—, esta suma es, pues, el tiempo que ha perdido hasta ahora, señor Fusi

–[…]ahora vamos a ver qué le ha quedado de sus cuarenta y dos años. Un año son treinta y un millones quinientos treinta y seis mil segundos, como sabe. y eso, multiplicado por cuarenta y dos da mil trescientos veinticuatro millones quinientos doce mil. Escribió esa cifra debajo del tiempo perdido:

  1 324 512 000 segundos
–1 324 512 000 segundos
  0 000 000 000 segundos

[…]–Éste es, pues –pensaba el señor Fusi, anonadado, –el balance de toda mi vida hasta ahora

Éste era el recurso que usaban los hombres grises cada vez que intentaban convencer a alguien de ahorrar tiempo. Extrañamente, así me sentía el viernes, cuantificando cada uno de los minutos que había trabajado el viernes, a cuentagotas. Claro que, a pesar de que así ha sido mi vida durante el último año, no me atrevería a hacer una cuenta de mis horas utilizadas con situaciones personales, como el tiempo que le dedico a mi familia, a mi novia, al cine, etc.

Por otra parte, no estoy diciendo que el sistema de cobranza de la empresa donde trabajo esté mal. Entiendo por qué es así y, a final de cuentas, estamos dando un servicio que debe poderse medir a través de alguna métrica cuantificable. Entiendo que sea así y entiendo que no se haya encontrado una mejor manera de hacerlo. Simplemente, creo que es necesario el hecho de que los empleados de ésta y otras empresas estemos conscientes del vicio por ahorrar tiempo que podemos adquirir con el tiempo y hagamos todo lo posible por evitar caer en manos de los hombres grises.

Momo 2

Recuerdo la primera vez que leí la novela. Definitivamente, estaba yo muy pequeño como para entender la importancia del mensaje de Michael Ende hacia el público infantil. En esa época, nunca en mi vida me había encontrado con una situación de estrés o en la cual el tiempo se convirtiera en un elemento precioso. Me parecía, por demás, inverosímil. Posteriormente, en la secundaria tuve que leerla para alguna materia. Poco a poco, fui descubriendo que el mensaje de la novela va más allá de un entretenimiento meramente infantil. Posiblemente, ahora sea un buen momento para retomarla y leerla con más calma y más detenidamente.

Me pongo a pensar y siento que he ocupado mi tiempo para ahorrar recursos y no tanto en cosas que solía disfrutar mucho hace no tanto tiempo. Siento que he descuidado actividades como ir al cine, al teatro, escribir en mi blog, en mi novela... Incluso, siento que he descuidado varias amistades. Ser un hombre gris tampoco es sencillo, pero sinceramente, creo que la vida nos puede dar muchas más cosas que el simple estrés del trabajo y de la rutina. El tiempo es un tema delicado, desde la perspectiva en que se observe. Creo que “cuidar el tiempo” debe referirse a procurar que el tiempo no sea una de tus preocupaciones de la vida diaria y aprender a disfrutar lo que tenemos.

Cualquier reflexión adicional es bienvenida.