viernes, noviembre 20, 2009

Ocurrencias de los alumnos. Parte XII

Studying glasses http://www.flickr.com/photos/lethaargic/ / CC BY 2.0

Cuando uno da clase, es muy entretenido ver las distintas personalidades de los alumnos. Al fondo, del lado izquierdo, junto a las ventanas que dan al patio, invariablemente se sientan las niñas que sé que no dejarán de platicar en clase, pero que estarán rogando por unas décimas al final del curso. Del lado derecho, se estarán sentando los varones adolescentes conflictivos que, si uno les sigue la corriente al inicio de la clase, es fácil hacer que pongan atención durante el resto de la hora. Muchas veces, los nerds se sentarán en esa zona, sólo que más hacia adelante, donde pueden atender al profesor y al mismo tiempo hacerles creer a sus amigos que no les interesa la clase. Al centro del salón y hacia atrás, estarán todos aquellos que gozan de el elixir de la secundaria y la preparatoria: la popularidad. Ahí nos encontraremos con los atletas, las fresas responsables, y todo aquel alumno que tarde o temprano terminará copiando algún proyecto y creerán que son más inteligentes que los maestros. Al centro y hacia el frente, suele ser el lugar de personas diversas, normalmente quien llegó tarde a la repartición de asientos del primer día (yo solía estar en esa sección).

Cada una de estas personalidades determinarán posteriormente su interacción con la clase. Año con año, alguien termina sorprendiéndome con alguna pregunta interesante. Sin embargo, también me topo en cada generación con gente que claramente no tiene idea de qué está haciendo, o que hacen alguna pregunta por la cual debo morderme los labios y pretender que la respuesta no es tan obvia como yo creía, junto con el resto del salón. Existen los alumnos que toman nota de cada palabra que dice el profesor, con la idea errónea de que esa estrategia les abastecerá de los mejores apuntes del salón. También existen los alumnos que parecen utilería, pues no interactúan para bien ni para mal en la clase; simplemente esperan que haya algo novedoso, o que el profesor se equivoque en algo, o que haya alguna didáctica entretenida, o que el profesor diga algún buen chiste. En tal caso, reaccionarán acorde, y seguirán siendo espectadores de la rutina cómica y el ridículo que solemos hacer los maestros frente a los alumnos.

Tal vez, los alumnos que más me preocupan, son los indiferentes, los que desechan la materia desde un principio bajo la premisa de que “no les servirá de nada en el futuro.” Ésas son las principales bestias con las que hay que lidiar en el día a día de la cátedra. Son los principales incitadores al ocio, la desidia y al desorden. Lo peor es que, en algo, tienen razón: La materia no les servirá de nada en la vida, pues hace falta un mínimo de interés para que, dada una situación problemática, se te pueda ocurrir usar alguna de las herramientas que, dese el principio, se desecharon.

Afortunadamente para mí, en la escuela donde trabajo, existen muchos alumnos que son el claro opuesto de lo que describí en el párrafo anterior. En estos días, dos ex-alumnos que entraron en esta categoría de entusiastas por el conocimiento y por la materia en sí, me mandaron mensajes a través del chat y de Facebook. Ambos, están estudiando algo que, al parecer, no tendría nada que ver con Computación, pero al final de cuentas, la materia que les impartí hace dos años, les ha servido de bastante. Anexo sus comentarios:

Estoy estudiando el calendario maya en literaturas prehispánicas. Resulta que es bastante complicado y discutíamos la forma para poder convertir días mayas a días de calendario occidental.
Creo que debo agradecerte mi casi linchamiento en la facultad de filosofía y letras cuando les dije: "Es refácil... con unos arreglos y unos ciclos do-while se puede hacer. ¿Alguien tiene C++?"
jaja... gracias Ruy

Me llenó de alegría el hecho de saber que alguno de mis alumnos había usado mi materia en una materia como literaturas prehispánicas. ¿Quién lo hubiera creído? Definitivamente, si hubiera sido un alumno de utilería, habría pasado al olvido. El segundo mensaje fue el siguiente:

Hola, nada más te quería agradecer. Es muy impresionante ver que mis compañeros no saben imprimir documentos de internet. Te quería agradecer porque es maravilloso saber que uno es capaz de programar un algoritmo genético o un videojuego. Me dicen "Tú que sabes de computadoras…"

Lo que no sabía este alumno es que justo lo que acababa de describir, es el objetivo que normalmente entrego a la dirección en mi programa, cada vez que inicia el año escolar. Por tanto, creo que puedo dar mi objetivo como cumplido. Fueron días extraordinarios.

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1 comentario:

Bruno dijo...

ya me hiciste el día con lo que les sirvió a tus alumnos la materia años después... priceless cuando eso ocurre... felicidades!