domingo, octubre 30, 2011

NaNoWriMo

NaNoWriMoFINAL 

La triste historia del novelista frustrado

En diciembre de 2002, empecé a escribir una historia durante los descansos entre clases que tenía en la Preparatoria (debo admitir que también usaba algunas clases para avanzar mi relato). Al cabo de unas cuantos días, tenía ya lo que, en ese entonces, había decidido que sería el primer capítulo de mi novela. Lo guardé entre mis cuadernos y poco después de haber entrado a la Universidad, lo pasé a la computadora para nunca perderlo. De ahí a la fecha, no volví a tocarlo, a pesar de que fue un objetivo concurrente por varios años en mi lista de Propósitos de Año Nuevo. Justificaciones, había de sobra: “Tengo que terminar mis proyectos,” “Dejaron demasiada tarea,” “Tuve que viajar fuera de la ciudad y me fue imposible seguir,” “No estoy inspirado,” “No tengo tiempo…” Por lo tanto, estas circunstancias me convierten irremediablemente en un novelista frustrado…

Derived from source Flickr photo (cropped and ... Mur Lafferty. Imagen vía Wikipedia

Pasó el tiempo y, rondando por Internet, adquirí una gran afición por los podcasts, que uso para mantenerme entretenido en los traslados que, desde ese entonces, tengo que hacer. Un podcast que me acompañó mucho tiempo es I Should Be Writing, de Mur Lafferty. Su lema principal era “A podcast for wannabe fiction writers by a wannabe fiction writer.” Por supuesto, después de tanta exposición en Internet, Mur se convirtió en una aclamada escritora y el segundo wannabe del lema desapareció sin dejar rastro, pero el wannabe en mí me hizo seguir escuchando las entrevistas y las recomendaciones que la anfitriona nos comparte. Fue ahí donde encontré un término que, por mucho tiempo, no reconocí: NaNoWriMo. Al principio, fue un término que pasaba desapercibido entre los muchos otros conceptos y nombres que se mencionaban en cada episodio del podcast; sin embargo, cada vez que lo escuchaba, más me convencía de que era algo importante y de lo que debía prestar atención.

NaNoWriMo se refiere al National Novel Writing Month. En mi opinión, no es el mejor nombre que se les pudo haber ocurrido para el evento, pues, por ejemplo, hay varios términos que no quedan del todo claros. Por ejemplo, la palabra National parece excluir a todos aquellos que no sean parte de Estados Unidos, donde se organiza este evento. Además, el simple hecho de pensar en escribir una novela durante un mes, es escalofriante. Muchas veces, no me da la vida para leer una novela en un mes. ¿Cómo podría intentar escribirla?

Llevo ya varios años pensando que me sería imposible escribir algo así en un mes, pero, hace algunas semanas, decidí que no podría saberlo hasta intentarlo. Por lo tanto, ingresé al sitio, me di de alta, y estoy inscrito, emocionado, y un tanto angustiado, esperando escribir, si todo sale bien, mi novela. Será algo distinto que la novela que inicié hace 9 años en el salón de clases. Ya no soy el mismo que era en ese entonces; sin embargo, tengo una buena idea en la mente que, creo, podría servir como novela.

Las reglas

NaNoWriMo es un evento anual en el que se le pide a los participantes que escriban una novela de, al menos 50,000 palabras durante el transcurso de noviembre. ¿Por qué 50,000 palabras? Pues porque les gustó el número y pasa de las 40,000 palabras, que es el límite para considerar que un texto se pueda llamar novela. De acuerdo a Wikipedia, algunos ejemplos de novelas de alrededor de 50.000 palabras son The Hitchhiker’s Guide to the Galaxy y The Great Gatsby. Esta cantidad de palabras implica que uno debe escribir alrededor de 1,667 palabras por día (creo que escribo más en correos electrónicos para el trabajo y para mis alumnos). Las restricciones y libertades que se establecen en el sitio son las siguientes:

  • Se puede escribir cualquier género novelístico. Puede ser un poema disfrazado de novela, una obra de teatro novelada, o lo que sea. Si uno cree que se está escribiendo una novela, NaNoWriMo también creerá que estás escribiendo una novela.
  • Uno puede empezar a escribir a partir del primer minuto del 1° de noviembre y terminar antes de las 11:59:59 PM del 30 de noviembre.
  • El objetivo es escribir y tener algo en papel (o en bytes) para después editarlo. Por tanto, es de las pocas veces en que he visto que la filosofía de cantidad por encima de calidad, se fomenta.
  • Cualquier persona que llegue a la meta de palabras será considerado ganador, sin importar el tiempo en que haya acabado, la longitud final de la novela, o la calidad. ¿Podría escribir “aabbccc” y copiarlo 50,000 veces para ganar? Sí, pero creo que el principal premio de este concurso es la satisfacción personal de haber escrito una novela.
  • Los ganadores recibirán un certificado para imprimir, y un ícono que puede ser desplegado en algún sitio web.

 

Las recomendaciones

He estado investigando en Internet la experiencia que otros autores han tenido en años pasados con NaNoWriMo. En general, se resumen en lo siguiente:

  • Comida: Todos recomiendan tener algún bocadillo a la mano para continuar escribiendo enérgicamente. Afortunadamente, los bocadillos para trabajar abundan en la casa. trataré de que sean lo más saludables posible.
  • Write-Ins: Una de las ventajas de unirse a este proyecto a través de la página web, es que el sitio funciona también como una especie de red social, donde puedes añadir a tus amigos escritores, dar seguimiento a cuál ha sido su avance con sus respectivas novelas, y conocer gente del área que también se encuentra en la misma situación que uno. Incluso, por área, hay un voluntario que se encarga de organizar sesiones de escritura, donde se puede conocer a otros autores interesados en llegar a la meta de las 50,000 palabras e intercambiar ideas y frustraciones.
  • Palabras, palabras, palabras: Si el argumento de la novela no es digno del Nobel, no hay tanto problema. El objetivo es tener una fecha límite para llegar al número de palabras necesario para después ya ir pensando sobre la calidad de lo escrito.
  • Respaldo: He leído historias de terror de autores que han perdido su trabajo por distintos factores, desde el famoso y desafortunado disco duro traicionero, hasta situaciones mucho más graves como incendios y temblores.
  • Trabajo diario: Desafortunadamente, el trabajo y las demás actividades cotidianas no son pretexto para no terminar la novela. Se recomienda no tomar más de dos días de descanso y procurar siempre estar en la meta de las 1667 palabras diarias.
  • Escribir donde sea: Es importante que los tiempos muertos (en los que esperamos en alguna fila, o cuando nos dejan plantados) sean aprovechados para seguir escribiendo. Todos coincidimos en que las agendas son cada día más apretadas.
  • Recompensas y castigos: Leí una anécdota en la que un participante de NaNoWriMo establecía metas a corto plazo´. Si las cumplía, se regalaba a sí mismo un chocolate. Si no las cumplía, donaba $10.00 (USD) a Letters and Light (La organización que se encarga de administrar y fomentar NaNoWriMo). He estado pensando seriamente en cuál podría ser una buena recompensa y un buen castigo para mí en caso de no cumplir con los objetivos a corto plazo. Me gusta la idea de donar dinero. ¿Alguna otra sugerencia?
  • Ideas inusuales: Cuando se tenga bloqueo mental para escribir, lo más aconsejable es irse por la idea más extraña y descabellada que se venga a la mente. De ahí pueden surgir mejores relatos.
  • Distracciones: Es importante tomarse descansos, pero uno debe huir de distractores importantes como el Internet o la televisión. Afortunadamente, casi no veo televisión; sin embargo, sí participo en gran medida en las redes sociales y navego mucho por Internet.
  • Inspiración: Lo mejor para salir de un bloqueo de escritor es salir a museos, ver una película, escuchar música diferente a la que uno está acostumbrado, probar comida nueva… Vaya, se recomienda llenar los sentidos de experiencias que puedan servir para complementar la novela.
  • Leer: No hay nada como seguir leyendo, seguir construyendo vocabulario, y fijarnos en la redacción y narrativa de otros autores.
  • Celebración: Es importante que el final de esta aventura signifique algo para los participantes. Compraré mañana un buen vino y lo dejaré guardado para cuando mis compañeros escritores de NaNoWriMo y yo hayamos acabado nuestras novelas.

La estrategia

Dadas todas estas recomendaciones, me queda claro que es un esfuerzo titánico, pero en el que, desde hace ya mucho tiempo, quiero ser partícipe. Por lo pronto, tomaré las siguientes medidas.

  • Me despierto muy temprano para ir a dar clase y llego ya muy tarde a la casa, por lo que, principalmente, estaré escribiendo por las noches.
  • Mi computadora personal me es mucho más cómoda para escribir que la computadora del trabajo, por lo que procuraré escribir más sobre mi computadora DELL (sin mencionar que tiene mucho mejor desempeño y capacidad).
  • Creé un archivo de Word en SkyDrive (el servicio en la nube de almacenamiento de Windows Live). De esta forma, tengo respaldada mi novela, puedo actualizarla en Word desde mi computadora personal y en la computadora del trabajo, puedo acceder siempre a la última versión desde cualquier computadora con acceso a Internet, y puedo seguir editando en mi teléfono.
  • Asistiré a tantos Write-Ins como me sea posible.
  • Intentaré ir al cine al menos una vez por semana y seguiré leyendo mi libro durante los fines de semanas.

¡A escribir!

Así, finaliza mi recorrido a través del concepto de NaNoWriMo. Me tranquiliza saber que el trabajo de un par de horas para escribir este post dio como resultado 1677 palabras, por lo que no creo que tenga tanto problema en seguir escribiendo a este ritmo durante el siguiente mes. Aún así, me quedan algunas cuestiones pendientes con las que, si gustan, pueden ayudarme comentando al final de esta publicación:

  • ¿Qué recompensas puedo darme para cumplir los objetivos a corto plazo?
  • Si existe alguien entre los lectores de este Blog que quiera participar, no dude en inscribirse en www.nanowrimo.org y no olviden agregarme como su Writing Buddy.
  • Cualquier otra sugerencia o estrategia para alcanzar la meta de las 50,000 palabras es bienvenida.
CAUTION: Novelist at Work!
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jueves, abril 14, 2011

One, Singular Sensation

“One singular sensation, every little step she takes
One thrilling combination, every move that she makes
One smile and suddenly nobody else will do
You know you'll never be lonely with you-know-who”
-A Chorus Line

 

La constante búsqueda por la individualidad

Platicaba con el director de la Escuela donde doy clases que, cuando asisto a un evento escolar (exposición, obra de teatro, etc.) empiezo a encontrarme cada vez a más ex-alumnos. Él me sonreía con una mirada de experiencia y sabiduría, indirectamente presumiendo la cantidad de generaciones a las que él les ha dado clases, tal vez pensando en que él ha tenido en sus aulas a hijos de sus propios ex-alumnos. Fue tal vez esa mirada la que me hizo reflexionar lo realmente grandioso que es el poder ir a ese lugar todos los días a impartir mi clase. Además de la inigualable experiencia que es ser profesor, consideren, queridos lectores, que yo mismo estudié en esas aulas algún tiempo atrás. Pasé quince años de mi vida en esas instalaciones y, ahora, regreso todos los días, en un rol totalmente diferente, pero igualmente sorprendente. La situación se torna más interesante cuando, a lo lejos, veo a aquella maestra que me enseñó a leer, o a aquella persona a quien le debo mi gusto por las matemáticas, o al profesor que me mostró las bondades de la literatura, o cuando entro a los laboratorios de computación, donde decidí la que llegaría a ser mi profesión.

De igual forma, cada alumno emprende un viaje único hacia lo que será su futuro. En ese momento, pensamos que, con un poco de esfuerzo y dedicación, podemos llegar a cualquier lugar. Buscamos esa promesa por la individualidad orientada a objetivos claros y bien establecidos y, tarde o temprano, nos encontramos con un obstáculo natural a la interacción humana: el éxito personal está en función del éxito del grupo al que se pertenezca. En otras palabras, el trabajo en equipo es vital para el éxito individual; mi éxito profesional y personal está en función del éxito de mis compañeros.

Creo que el trabajo en equipo se ha convertido en un cliché tanto escolar como laboral, pero siento que es de suma importancia. No me considero un experto en el tema. Por el contrario, es una disciplina que me ha costado mucho a lo largo de los años. No, por eso, le resto importancia.

Sucedió hace cerca de un mes, en que les dejé a mis alumnos un proyecto para que fuera realizado en equipo, que un integrante de alguno de los equipos, se acercó conmigo con una duda. Estuvimos trabajando arduamente en encontrar y corregir el error de su programa, pues no era trivial e implicaba mucha depuración del código. Sin embargo, su compañero de equipo, decidió tomar en sus manos el mismo problema y, de su lado y sin avisarle al otro integrante de su equipo, decidió borrar todo lo que llevaba y buscar otro tipo de estrategia o algoritmo. Al día siguiente, ambos alumnos se vieron por la mañana, y el primero le comentó que habíamos arreglado una parte del código con la que habían estado teniendo problemas. A su vez, el segundo alumno le comentó al primero que tenía una duda de lo que había estado avanzando y que si lo acompañaba a verme para preguntarme cómo resolver su duda. Me encontraron en el salón de maestros y, cuando abrimos el programa, me di cuenta de que todo lo que habíamos trabajado el día anterior, no existía más y había nuevos errores qué depurar. Mi sugerencia, evidentemente, fue quitar ese código y dejar el que habíamos estado trabajando con su equipo. Sin embargo, en esa búsqueda por la individualidad, creo que herí susceptibilidades internas y el alumno con el  nuevo código que no funcionaba, se frustró, muy probablemente por todo el esfuerzo que le dedicó la noche anterior. Lo importante, en esa situación, no era quién había trabajado más para arreglar el problema de su proyecto, sino que el equipo completo hubiese tenido conocimiento del avance del otro integrante y que hubiesen ideado una estrategia conjunta para atacar los problemas. En resumidas cuentas, la comunicación clara y oportuna hubiera evitado frustraciones, y hubieran podido aprovechar su esfuerzo y su tiempo para avanzar más eficientemente.

Yo mismo he cometido este tipo de errores. Además de dar clases, trabajo en una compañía lo suficientemente grande como para forzosamente tener que trabajar en equipo con las distintas áreas que la conforman. Recuerdo el momento en que, uno de mis clientes, tuvo un problema bastante serio. Estando yo del lado de soporte técnico, me puse la camiseta de Superman y me fui con todo con tal de solucionarlo, cuando, al igual que mis alumnos, lo mejor que pude haber hecho, fue tener una comunicación clara con todos los involucrados y llegar al cliente con una solución bien planeada y con una estrategia bien pensada por todos los que compartimos objetivos con ellos.

Así es la naturaleza humana, así pasa en esta vida, y, como alguna vez dijo Rita Mae Brown, “Good judgment comes from experience, and often experience comes from bad judgment.” Tal vez, por eso son tan difíciles las entrevistas de trabajo: están evaluando tu desempeño individual para saber qué tan bien vas a trabajar en un equipo. Uno llega, currículum en mano, con la esperanza de que alguien que, apenas te conoce logre verte como parte de un equipo que, muy probablemente, tampoco conoces…


La línea del coro

A Chorus Line 3

Hace algunos meses, se estrenó en México una nueva producción de La línea del coro (A Chorus Line). Esta obra de teatro musical trata sobre una serie de bailarines y cantantes que se encuentran a la mitad de una audición que, a final de cuentas, es un tipo de entrevista muy parecida a la que discutí al final de la sección anterior.

En 1975, se estrenó en Broadway un musical que muy pronto se convertiría en un ícono dentro del género. Paradójicamente, esta obra carece de muchos elementos que normalmente asociamos con producciones de alto nivel en Broadway: el vestuario es, ante todo, simple, con unos cuantos leotardos y ropa de baile o ejercicio; ausencia de escenario, a excepción de unos espejos en la parte trasera del escenario; la obra transcurre exclusivamente dentro del escenario de un teatro anónimo que sirve para la audición. ¿Qué se puede hacer sin un escenario rotatorio plataformas que entran y salen mágicamente de la escena, o sin los trajes luminosos y detallados, o, incluso, sin una estrella en el elenco que sea capaz de atraer a fanáticos de todas partes del mundo? La respuesta es sencilla, aunque la ejecución, no lo es tanto: si tu obra se trata de una audición de baile, contratas a los mejores bailarines que puedas encontrar, y les pones una historia cautivadora con la que el público pueda identificarse con, al menos, la mayoría de los integrantes. Esto es lo que pretende hacer A Chorus Line, presentándonos a una serie de bailarines y cantantes que aguardan detrás de la línea de audición, para ser elegidos por un director que quiere saber de ellos antes de darles un papel en una obra anónima.

De esta forma, y al igual que todos nosotros, cada uno de los personajes intenta pasar la línea del coro para mostrarnos un poco más de su contexto, de su historia y de sus ambiciones, esperando lograr convencer al director de contratarlo. Ahí, nos encontramos con la chica que tuvo dificultades para sentir a sus personajes en las clases de actuación; al bailarín que, robándole el equipo de baile a su hermana, se vuelve en un experto bailarín de tap; a la chica que se niega a dar su edad; al chico homosexual que describe el momento en que descubre su orientación sexual; a la ex-amante del director, que ahora tiene que hacer una audición para aparecer en el coro, a pesar de que su antiguo amor le indique que ella se merece mucho más; a la actriz que cuenta la historia de su infancia frustrada y su proyección hacia el ballet; al clásico amigo gay de que ahora tienen todas las mujeres; a la chica pueblerina que decide pasar por una cirugía estética con tal de mejorar sus atributos físicos; a la señora que nunca ha podido cantar, pero cuyo esposo la apoya en cualquier momento; al que reprimió su juventud en aras de lograr su sueño... La verdadera pregunta es, si en algún momento, yo estaré contando la historia del profesor de preparatoria, el gerente de cuenta técnica, que escribe sobre musicales y de sus experiencias en el trabajo en un blog... No lo sé, pero definitivamente, todos tenemos una excelente historia que contar, o aquel secreto que preferimos guardar y que protegemos con nuestras vidas. Quizás, lo que nos haga falta sea exponernos a la línea del coro, y recordar de dónde venimos y quiénes somos.

Empezamos como parte del montón, siendo una parte diminuta de un todo. Luego, nuestra forma de ser nos obliga a querer sobresalir, que noten nuestros logros y nuestro esfuerzo, como se muestra en el siguiente video de la adaptación fílmica de A Chorus Line:

I hope I’ll get it!
 
La producción mexicana, basada en el Revival de Broadway, no tiene nada que pedirle a lo que he logrado ver de otras producciones estadounidenses. Los bailarines son magníficos y, aunque escuché un par de notas evidentemente desafinadas, me pareció que fue lo suficientemente bueno, como para hacerme ir a verla dos veces. Desafortunadamente, la idiosincrasia mexicana es algo distinta a la estadounidense y la obra recibió una crítica muy dura y, a mi parecer, injusta, debido a que estamos acostumbrados a montajes deslumbrantes de Broadway, y es difícil apreciar la magia de un buen bailarín. Les dejo, a continuación un video del número final de la obra (debe verse directamente en YouTube). Este número tiene una de las coreografías más deslumbrantes de la obra que, a su vez, representa la ironía de la que hablábamos en la sección anterior: en una constante búsqueda por la individualidad, cada integrante se convierte en parte de la línea del coro, con movimientos similares a los de sus compañeros, haciendo difícil distinguir quién es quién, a menos de que nos fijemos en sus rostros o demás características físicas.
 
Excelente interpretación por parte del elenco mexicano

Como dijo Michael Bennet en alguna ocasión:

I want the audience to walk out of the theatre saying, 'Those kids shouldn't be in a chorus!' And I want people in the audience to go to other shows and think about what's really gone into making that chorus . . . It fades with them kicking. That's it. That's the end of the show. There are no bows. I don't believe in bows, just the fade out. That's what a dancer's life is.

Por tanto, una obra de este estilo, en un país como México, necesita mucha promoción para poder subsistir en una economía problemática y alrededor de una cultura igualmente empobrecida. Un evento que se llevó a cabo en una de las principales avenidas de la Ciudad de México, fue, quizás, una de las publicidades más llamativas de la obra. Se hizo uno de los ya cada vez más frecuentes flashmobs en Reforma, para promocionar La línea del coro y les comparto el video del resultado:

Insisto… La vida debería ser un musical.
De esta forma, esa tonada del inicio del número final de A Chorus Line se ha convertido en un emblemático tema de cualquier ensayo teatral dentro de la cultura popular norteamericana, al extremo de que, incluso, las fuentes danzantes del Bellagio, en Las Vegas, cuentan con esta canción dentro de su repertorio de música para su espectáculo diario (el video también se debe ver directamente en YouTube):
 
Emblemático, desde Las Vegas
 
Incluso, programas tradicionales como Sesame Street han incorporado sketches basados en este musical:
Ya sé cómo mis hijos van a aprender a contar…

Estimado lector: ¿Tiene alguna experiencia acerca del trabajo en equipo que quiera compartir? ¿Gusta hacer alguna reseña de alguna producción de A Chorus Line que haya visto? ¿Quiere aumentar alguno de los temas que comento en esta publicación? ¿Gusta dejar un agradable saludo? Sus comentarios son bien recibidos en la sección pertinente de este blog.

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martes, julio 20, 2010

Ocurrencias de los alumnos. Parte XIV

Reading with music
Fotografía de suchitra prints en Flickr

Como profesor, uno normalmente se alegra de los éxitos de los alumnos. Conforme se va aproximando el fin de cursos, empiezan a acercarse aquellos estudiantes agradecidos a dedicar palabras emotivas tanto al curso como al profesor. Otros, ya sea por convicción propia o por un sentido moralista escolar, empiezan a hablar de cómo llevarán ciertos temas o actitudes del profesor a lo largo de sus vidas. Muy probablemente, en algunos años, tengan dificultad de recordar el nombre del profesor. Lo cierto es que, en su futuro inmediato, se ven a sí mismos como inconfundibles ganadores, exitosos profesionistas, científicos brillantes o –al menos– alumnos que han aprobado la materia; por tanto, les es fácil encontrar las palabras que justifiquen su proyección a corto o mediano plazo y que, al mismo tiempo, haga sentir bien al profesor que tanto se estuvo desvelando calificando exámenes.

Hace poco, un alumno decidió irse de la escuela a la mitad del curso. Me extrañó bastante, pues no es del todo común que se deje un ciclo escolar inconcluso, así que le envié un correo electrónico para saber si estaba bien y si había algo en lo que yo pudiera ayudar, para lo que me respondió:

Hola profe, muchas gracias por su interés pero la verdad es que, como no voy a llevar computación, pues no hay mucho en lo que me pueda ayudar en este momento; pero si más adelante necesito de su ayuda no dudaré en contactarlo. De todas formas, muchas gracias. Como comentario al margen, quiero que sepa que, de todos los años que estuve en la Escuela y de todas las clases de computación que tuve, en la única en la que logre entender y aprender algo fue en la suya, además de que ha sido el único profesor que se interesó en que nosotros entendiéramos a fondo la materia.

Suerte y muchas gracias.

Siempre me pongo nostálgico cuando se van los alumnos, por las buenas o por las malas. Simplemente, me parece interesante cómo algunos de ellos, incluso en su partida, me hacen reflexionar. Siento que esta persona no tenía necesidad de decirme más allá de que no necesitaba mi ayuda para entrar a su nueva escuela. No sé si haya querido agradecer el correo de cortesía que le envié, o si hubiera querido agradecer algo en particular de mi interacción con ellos, pero siempre se agradecen esos minutos de más que alguien te dedica y te hacen sentir que tu esfuerzo ha valido la pena, en mayor o menor escala, pero sabes que no has estado perdiendo el tiempo, del todo.

miércoles, abril 21, 2010

Ocurrencias de los alumnos. Parte XIII

Uris Libary Stacks Fotografía de eflon: http://www.flickr.com/photos/eflon/3271730476/
Creative Commons: http://creativecommons.org/licenses/by/2.0/

Como profesor, una vez que se acaban los cursos, no me queda más que esperar que algo de mi esfuerzo, dedicación, sangre, sudor y lágrimas haya valido la pena. Cuando le das a un alumno una toga, un birrete y un diploma, por más que te prometan que van a escribir o que se mantendrán en contacto, o que irán frecuentemente a la escuela a visitar, la verdad es que son pocos los que cumplen con tal cometido.

La existencia de Facebook o Twitter hace mucho más sencilla la comunicación. Al ser maestro de grupos de adolescentes, me he vuelto extrañamente popular en este tipo de redes sociales, sobre todo un día antes de entregar proyecto o del examen bimestral. Sin embargo, una vez que parten acompañados por la melodía de Pompa y circunstancia, hay algunos que todavía me escriben brevemente en el Muro de Facebook para contarme de sus anécdotas y, sobre todo, cuando se topan con algo de mi materia. A veces, hasta yo mismo me impresiono de los momentos y circunstancias en los que aplican las habilidades que adquirieron en mi curso y los conocimientos que intenté transmitir. Sobre todo, me llaman mucho la atención las personas que logran identificar el potencial de la computación en áreas mucho más artísticas.

Hace poco más de un mes, apareció el siguiente mensaje, escrito:

Sucede que hay un lenguaje de programación  para las nuevas consolas de iluminación. Se supone que es complejísimo y súper abstracto por las nuevas características de los sistemas (que utilizan redes y un montón de cosas nuevas) pero después de la educación que recibí en la escuela con ustedes, le agarré la onda en dos segundos y nadie lo puede creer. ¿Quién diría que Área I me está ayudando mucho más de lo que imaginaba en mi carrera?

La magia del comentario no terminó ahí. Justo abajo del mismo, apareció una respuesta de otro alumno de esa misma generación:

Esto me recuerda que el jueves tuvimos un recorrido por la biblioteca de la Universidad y funciona virtualmente con operadores booleanos, a lo cual yo era el único que conocía el término y todos quedaron anonadados por ello. El Área I y sus materias como Computación, sí funcionan… y funcionan muy bien.

Cuando tomé el curso, sabía que era todo un reto el impartir la materia menos popular de toda la Escuela. Todavía, hoy en día, lo es. El principal obstáculo es la incredulidad y la indiferencia de los alumnos. Habrá quienes piensen que esto no les va a servir en la vida. Efectivamente, con una actitud así, lo olvidarán pronto y cuando se enfrenten a la posibilidad de aprovechar el potencial de la tecnología que tienen en sus manos, lo desperdiciarán y ni se darán cuenta. Seguirán viviendo sus vidas tan felices como antes. Sólo aquél alumno que le ofrezca al profesor el beneficio de la duda, podrá utilizar los conocimientos cuando la vida y el sino lo pongan en la situación adecuada.

¿Algún otro profesor o maestro con experiencias o comentarios al respecto? ¿Algún alumno que quiera agregar algo? Sus comentarios son bienvenidos.

jueves, febrero 25, 2010

La fotografía de la semana. Parte XI (Viajando)

El señor y la señora Gómez se decidieron, finalmente, a viajar con su primogénito. Hicieron reservación en el hotel, empacaron cuidadosamente sus maletas, prepararon las provisiones para el viaje, y prepararon al pequeño Ruy para emprender su primera aventura fuera del Distrito Federal. Una vez en el coche, pusieron la música preferida del infante e iban listos para atender cualquier requerimiento que se presentara durante el trayecto, desde agua hasta entretenimiento. Llegaron a su destino final, estacionaron el coche cerca de la entrada del hotel, se registraron, y se dispusieron a mostrarle al joven Ruy el hotel, la alberca, las áreas verdes, el restaurant, la playa y le describieron a detalle cada una de las actividades en las que se podría involucrar en esas vacaciones.

-¿Adónde quieres ir, mi vida? –preguntó mi madre después del recorrido.

-¡Casita! –respondí, sin entender la mirada de incredulidad de mis padres. Mi papá miró a mi madre como diciéndole, “Te toca a ti decirle que vamos a estar aquí por dos semanas…”

En aquellas épocas, mi mundo residía en mi hogar y solía sentirme incómodo si alguien osaba sacarme de mi burbuja. Hoy en día, puedo decir que me gusta mucho viajar.
 
Otro de los beneficios de mi trabajo es que, de vez en cuando, debo viajar a otros estados, a otros países y conocer lugares y personas muy interesantes.

Tal vez, una de las experiencias que más me han llamado la atención cuando viajo, es el servicio de los hoteles. En verdad, si es un buen hotel, uno puede ir, dedicarse a cualquier cosa y olvidarse de la rutina hogareña. Sabemos que, si requerimos algo, alguien se va a encargar de conseguirlo de la mejor manera y que uno se puede concentrar en su objetivo principal, diversión o negocios. ¡Eso es servicio!

Mi último viaje fue a Aguascalientes y les comparto algunas fotografías del hotel donde me quedé.

domingo, febrero 14, 2010

La fotografía de la semana. Parte X (Sorpresas por el Centro de la Ciudad)

Centro

Una de las principales ventajas de mi trabajo, es que tengo que ir viajando por toda la ciudad para visitar a mis clientes. Ventaja, en el sentido de que no estoy siempre en el mismo lugar, y puedo conocer a muchas personas y, en ocasiones, me toca caminar por lugares muy interesantes. Como tengo a uno de mis clientes en el Centro de la Ciudad de México, tengo la oportunidad de caminar por unas de las calles más activas de la capital mexicana. Ahí, me he topado con organilleros molestos, mimos amateurs, estatuas vivientes, arlequines ordenando hamburguesas en Burger King, gatos gourmet, amigos de la secundaria, manifestaciones, y un sinfín de eventos.

El otro día, iba caminando por por la calle de Madero, cruzando Eje Central, cuando me di cuenta de que había listones y resortes que obstruían el paso de esta calle que, desde hace cierto tiempo para acá, se convirtió en una calle peatonal. Más adelante, había una pequeña plataforma formada por cajas de madera y artículos corrientes como vasos, cartones, y envases, con orificios por donde la gente miraba algo. La verdad es que no me acerqué a mirar, pues iba algo tarde para mi reunión, pero sí me detuve un instante para sacar la fotografía de esta semana.

Ese mismo día, un poco más adelante, me encontré a un señor que se parecía notablemente a un maestro de Español y literatura de la secundaria a quien apodábamos “el Che”, por su origen argentino. Se me ocurrió volverme y preguntarle si su nombre coincidía con el de mi profesor. Efectivamente, se trataba de él. Me dio mucho gusto saludarlo, pues hacía tiempo que él había dejado de dar clases en la Escuela. Le platiqué que había sido su alumno hace ya varios años y, por un momento, registró su base de datos de alumnos de antaño y, sin pensarlo dos veces y con los ojos iluminados, me dijo: “Pero si tú fuiste quien me regaló un cassette de Les Luthiers.” Esa pequeña frase hizo que me detuviera un instante a pensar: Hace años que no veo a este hombre, y la última vez que lo vi, era por las épocas en las que aún sufría del acné, no me cerraba la barba y todavía tenía un gran porcentaje de cabello cubriendo mi cabeza. Mi expectativa era que no se acordara de mí, sino que asintiera cortésmente y estrechara mi mano. Desde hace cierto tiempo, me he encontrado con personas que me recuerdan bastante bien, a pesar de los años que han pasado de no verlos. ¿Hay algo en mi físico, mi personalidad, o en mi manera de saludar a la gente que hace que me recuerden a pesar de tanto tiempo? Francamente, no sé si en misma cantidad de años yo pueda reconocer a los alumnos que estoy teniendo ahora.

Intercambiamos algunas palabras acerca de nuestras actividades actuales, de cómo nos trataba la vida, y tuvimos que despedirnos. Poco después llegué justo a tiempo a la junta con mi cliente y, mirando a mis interlocutores, pensé si ellos serían capaces de reconocerme en unos diez años si me encuentran por la calle…

Actualización: Al parecer, esta fotografía pertenece a un proyecto de estudiantes de arquitectura y, para aumentar el grado de coincidencias en el asunto, una ex-alumna mía está involucrada en este proyecto. Les dejo la liga donde pueden encontrar más información al respecto:

http://www.youtube.com/TallerMaxCetto

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martes, febrero 02, 2010

La fotografía de la semana. Parte IX (P.F. Chang’s)

PF Chang's

Existen experiencias que marcan hitos en las vidas de las personas. Puede ser desde algo tan complejo como la culminación y graduación de una carrera profesional, o tan simple como una sonrisa… A veces, incluso, están formadas por una combinación de ambas. En ocasiones, tenemos experiencias inolvidables que, por alguna razón inexplicable, tenemos la necesidad de compartir con alguien más. Eso me pasa a menudo: llegan momentos inolvidables en mi vida y me gustaría que esa persona especial estuviera conmigo para vivirlas juntos. Esa necesidad de compartir es la pequeña llama que se aviva a cada rato en una relación.

Tal fue el caso hace un par de meses cuando viajé a Estados Unidos con motivo de un entrenamiento. Una de las tantas celebraciones que tuvimos, se llevó a cabo en un restaurant chino llamado P.F. Chang’s. No sé si fue el momento, si fue el lugar, o ambos, pero el punto es que quedó grabado en mi memoria como una de esas experiencias inolvidables.

Desde el principio, llamaba mucho la atención la fachada claramente oriental. Por dentro, había una extraña combinación de un diseño chino y de un bistró moderno, con estatuas orientales de guerreros y caballos por todas partes, así como un gran mural que, según el menú, había sido pintado a mano.

La comida estaba pensada para compartir, por lo que tuvimos el gusto de probar un poco de cada plato. La verdad es que todos eran una serie de exquisiteces que sobrepasaban cualquier idea que te hubieses hecho a la hora de leer el menú.

Hace poco, abrió en México una sucursal de este restaurante (Reforma 222) y el fin de semana pasado tuve el gusto de compartir esta experiencia con mi novia. Pasamos una velada increíble, recordándome de aquellos buenos momentos en Estados Unidos con amigos y compañeros de trabajo. Les comparto una fotografía del Chai y del Té de Naranja que pedimos al finalizar nuestros alimentos. Distinto lugar, distintas personas; recuerdos similares, experiencias igualmente inolvidables.

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