domingo, noviembre 29, 2009

Glee

Gaudeamus Igitur

Como muchos de ustedes sabrán, la escuela donde ahora doy clases es la misma donde estudié el Kindergarten, la Primaria, la Secundaria y la Preparatoria. Personalmente, le tengo un afecto muy especial. Así como esa institución me vio pasar por quince de mis años más críticos hasta el momento, yo también he presenciado una evolución constante de la Escuela hasta el día de hoy. Particularmente, recuerdo cuando cumplió 50 años de haber sido fundada.

Esa vez, la maestra de Etimologías llegó al salón con una grabadora y nos anunció que estaríamos cantando durante el festejo de la Escuela. Nos explicó que existía un canto ortodoxamente académico llamado Gaudeamus Igitur y que, con la ayuda del profesor de música, nos estaríamos preparando durante esas semanas para hacer el ridículo frente a toda la escuela, cantando en Latín. En aquella época, debo confesar, no me desagradó la idea, pues solía gustarme bastante el Latín; además, era una oportunidad para probarme como cantante, lo cual, al final, resultó ser un verdadero fracaso, pero ése será tema de alguna otra publicación. La maestra de Etimologías empezó a repartir hojas con la letra de la canción y pasamos la primera hora de clase traduciéndola, evidentemente haciendo énfasis en el romanceamiento de las palabras y las conjugaciones de los verbos. Terminamos con un esquema similar al siguiente:

Latín

Español

Gaudeamus igitur
Juvenes dum sumus.
Post jucundam juventutem
Post molestam senectutem
Nos habebit humus.

Alegrémonos pues,
mientras seamos jóvenes.
Tras la divertida juventud,
tras la incómoda vejez,
nos recibirá la tierra.

Ubi sunt qui ante nos
In mundo fuere?
Vadite ad superos
Transite in inferos
Hos si vis videre.

¿Dónde están los que antes
pasaron por el mundo?
Subid al mundo de los cielos,
descended a los infiernos,
donde ellos ya estuvieron.

Vita nostra brevis est
Brevi finietur.
Venit mors velociter
Rapit nos atrociter
Nemini parcetur.

Nuestra vida es corta,
en breve se acaba.
Viene la muerte velozmente,
nos arrastra cruelmente,
no respeta a nadie.

Vivat academia!
Vivant professores!
Vivat membrum quodlibet
Vivant membra quaelibet
Semper sint in flore.

Viva la Universidad,
vivan los profesores.
Vivan todos y cada uno
de sus miembros,
resplandezcan siempre.

Tiene más estrofas, pero no son del todo apropiadas para el ambiente escolar de nuestros días. En general, éstas son las que recuerdo haber cantado.

El Gaudeamus Igitur es el himno universitario por excelencia, muy en tono con la tradición del carpe diem, por lo que suele ser cantada en las ceremonias de graduación, especialmente en Europa, aunque la tradición ha venido a desembocar en Estados Unidos también. En la Universidad de Yale, el Glee Club inicia tradicionalmente cada concierto con esta canción y varios Glee Clubs han adquirido al Gaudeamus como himno conmemorativo de sus actos.

Glee Club

En estricto sentido, (y aparte de ser una palabra en inglés para denotar regocijo) glee se refiere a una canción, normalmente interpretada por, al menos, tres solos, y normalmente no es acompañada por música. Este tipo de canciones solían expresar sentimientos idílicos o fraternales. En ocasiones, incluían partes para sopranos que eran cantadas por los más jóvenes, aunque, con el tiempo, se fueron incluyendo mujeres en este tipo de cantos.

El primer Glee Club fue fundado en Londres en 1787 y este tipo de grupos se puso de moda hasta mediados del siglo XIX. El Glee Club más antiguo de Estados Unidos es el Harvard Glee Club, fundado en 1858. Hoy en día, muchas instituciones educativas, sobre todo estadounidenses, siguen teniendo al Glee Club como una de sus actividades extra-académicas.

Glee: A biting comedy for the underdog in all of us

Ryan Murphy, Brad Falchuk, e Ian Brennan retomaron el concepto del Glee Club y formaron una serie de televisión de Fox, llamada Glee. A pesar de que fue originalmente concebida como una película, hace algunas semanas salió al aire esta serie y, francamente, no he podido dejar de verla. Esto tiene un gran significado para mí, sobre todo si suponemos que no veo nada de televisión desde hace ya varios años. La última vez que seguí una serie de este estilo, fue cuando todavía pasaban nuevos capítulos de Friends. glee 2 Glee cuenta la historia de un coro de preparatoria conformado por lo que los convencionalismos sociales occidentales actuales llamarían fracasados sociales. De esta forma, muestran varios de los clichés de las minorías adolescentes estadounidenses, desde la niña ñoña, hasta el chico en silla de ruedas, pasando por el personaje asiático, el gay, la afroamericana, el punk, y demás. Todos estos estudiantes son dirigidos por el profesor de Español, quien hace todo lo posible por levantar los ánimos de sus alumnos a través del canto, el baile, y un poco de ejercicios histriónicos.

En lo particular, me parece una maravilla de serie. Capítulo a capítulo, me voy adentrando cada vez más a las historias de cada uno de los personajes principales y me encariño con varios personajes secundarios. En alguna ocasión, platicando con una amiga, comentamos nuestras opiniones y perspectivas frente a la vida y nuestra pasión por los musicales. Terminamos la sesión (casi terapéutica) con la siguiente frase: “'Cause life should be like a musical; with witty songs, flashy dances, and an astounding ending.” Eso es lo que representa para mí esta serie de televisión. Las canciones son, en su mayoría, covers de canciones populares e, incluso, canciones de musicales de Broadway. Las adaptaciones me parece que son bastante buenas, pero cabe resaltar las coreografías que, en su gran mayoría, son dignas de un espectáculo neoyorkino.

El reparto

Podría describir a cada uno de los personajes, pero he decidido que, por tiempo y espacio, mejor mencionaré con los que me he identificado más y los que más me han divertido:

Will SchuesterWill Schuester: ¿Cómo no identificarme con el profesor de Español y director del coro? Su esperanza y empeño por  regresarle al Glee Club sus tiempos de gloria me recuerdan a mí mismo, tratando de dar quizás una de las clases menos populares de la escuela donde trabajo. Su pasión por la música, el baile y por sus alumnos, lo llevan a una vida de creatividad constante, mientras que, por otro lado, vive aferrado a la idea de que algún día será papá, sentimiento que, como saben, también me es singularmente atractivo en mi vida diaria. Es interpretado por Matthew Morrison.

Sue Sylvester: Es, tal vez, uno de los personaSue Sylvesterjes antagónicos más interesantes de nuestros tiempos. Funciona como el coach de las porristas, quienes son, junto con el equipo de football, el natural rival de los chicos que participan en el coro. Tiene una personalidad destructivamente competitiva y el cinismo con el que encara a Will Schuester es, francamente, apabullante. No dejo de reír cada vez que aparece Sue en escena. Creo que Jane Lynch ha hecho un excelente trabajo encarnando a Sue Sylvester.

Emma Pillsbury Emma Pillsbury: A pesar de ser un personaje meramente secundario, creo que estoy profundamente enamorado de ella. Jayma Mays interpreta a la orientadora escolar. Es un personaje totalmente pulcro (a veces, hasta obsesivo), con un amor platónico que trata de ocultar, pero quien se ha tenido que adaptar a las circunstancias maritales de su amado. Vive con un optimismo total que, junto con la expresividad absoluta de sus ojos, la hace totalmente encantadora.  Rachel Berry

Rachel Berry: Después de haber estado en Spring Awakening , Lea Michele regresa a sus orígenes musicales en Glee, interpretando a Rachel, sin duda una de las integrantes más talentosas del coro. Es el total opuesto de las chicas populares y todo lo contrario al grupo de porristas que la atormentan. Sus sueños de gloria y su perfeccionismo total hacen de ella la típica niña ñoña que se esfuerza por salir adelante sin importar lo que los demás piensen de ella, a pesar de que, en ocasiones, ponga en riesgo a su amor actual.

Finn Hudson Finn Hudson: Cory Monteith es el chico deportista que decide entrar al coro escolar. Finn vive en el constante dilema de cantar en el coro o dejar de sacrificar sus amistades, su popularidad, y hasta su novia. Por otra parte, vive creyendo que es el responsable de que su novia esté embarazada, pero el espectador sabe que hay más allá de ese asunto. La pregunta es saber si en algún momento podrá conocer la verdad. Tal vez no sea uno de los mejores actores del reparto, pero me parece fascinante cómo trata de mantener ese equilibrio.

Kurt Hummel: Chris Colfer ha interpretado dos canciones de dos de mis musicales favoritos: Chicago y Wicked. Kurt eKurt Hummels el chico gay que vive atormentado por el equipo de deportistas escolares por sus preferencias sexuales. Sin embargo, en ningún momento ha perdido el estilo ni su gusto por la moda. En uno de los primeros episodios, le contesta a sus agresores “One day, you’ll all work for me,” lo que denota una alta autoestima. También ha demostrado total lealtad al club del coro y vive tratando de entender cómo su papá puede aceptarlo como es sin perjudicarlo al mismo tiempo.

Conclusión

Cuando empezaron a sacar los capítulos en México, fue impresionante la cantidad de gente que se comunicó conmigo de distintas formas (teléfono, correo, SMS, chat, etc.) para recomendarme esta seria. Creo que se debió al hecho de que tanta gente sabe lo mucho me gustan este tipo de entretenimientos y lo poco que veo televisión. Muchas gracias a todos. En verdad he disfrutado de cada capítulo. Siento que es lo que High School Musical debió haber sido pero que nunca llegó a ser. Si alguien tiene algún comentario de Glee, la televisión o de este blog en general, siéntase bienvenido de compartirlo.

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martes, noviembre 24, 2009

La fotografía de la semana. Parte IV (Café: el elixir prohibido)

Foto-0053

Como lo comenté en algún post anterior, no perdono el café matutino. Necesito cierta dosis de cafeína recorriendo las venas, al menos una vez al día; sobre todo si es gratis. El día de hoy, un compañero del trabajo tuvo el gentil (y poco premeditado) gesto de invitarnos un café de Starbucks a varias de las personas que estamos trabajando con uno de mis clientes. En lo que esperaba a que llegara todo el grupo, observé cómo un felino negro cruzaba la calle con la determinación y soberbia digna de todo un noble medieval. Miraba a todos de soslayo mientras, a pasos pausados, se acercaba al lugar donde yo seguía esperando, ya en compañía de una amiga. Algo debió haber llamado su atención, pues interrumpió brevemente su caminata matutina y miró hacia el interior de la cafetería. Quizás le llamó la atención la decoración, o la cantidad de gente que se encontraba adentro, o el bullicio inteligible que provenía de todas partes, o el jazz barato que permite escuchar sólo a la persona que está enfrente de ti, pero a nadie más, o el olor del Toffee Nut Latte que trae a mis sentidos toda la experiencia navideña. Muy probablemente fue una combinación de todos estos factores. El punto es que, mientras se tomó el tiempo de admirar el interior, me dio la oportunidad perfecta para sacar mi teléfono y tomar una fotografía. Tal vez no lo debí haber hecho… El resto del día fue bastante tortuoso. Ya saben lo que dicen… de los gatos negros…

Cualquier comentario-breviario-sugerencia-afirmación-insulto será bienvenido.

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viernes, noviembre 20, 2009

Ocurrencias de los alumnos. Parte XII

Studying glasses http://www.flickr.com/photos/lethaargic/ / CC BY 2.0

Cuando uno da clase, es muy entretenido ver las distintas personalidades de los alumnos. Al fondo, del lado izquierdo, junto a las ventanas que dan al patio, invariablemente se sientan las niñas que sé que no dejarán de platicar en clase, pero que estarán rogando por unas décimas al final del curso. Del lado derecho, se estarán sentando los varones adolescentes conflictivos que, si uno les sigue la corriente al inicio de la clase, es fácil hacer que pongan atención durante el resto de la hora. Muchas veces, los nerds se sentarán en esa zona, sólo que más hacia adelante, donde pueden atender al profesor y al mismo tiempo hacerles creer a sus amigos que no les interesa la clase. Al centro del salón y hacia atrás, estarán todos aquellos que gozan de el elixir de la secundaria y la preparatoria: la popularidad. Ahí nos encontraremos con los atletas, las fresas responsables, y todo aquel alumno que tarde o temprano terminará copiando algún proyecto y creerán que son más inteligentes que los maestros. Al centro y hacia el frente, suele ser el lugar de personas diversas, normalmente quien llegó tarde a la repartición de asientos del primer día (yo solía estar en esa sección).

Cada una de estas personalidades determinarán posteriormente su interacción con la clase. Año con año, alguien termina sorprendiéndome con alguna pregunta interesante. Sin embargo, también me topo en cada generación con gente que claramente no tiene idea de qué está haciendo, o que hacen alguna pregunta por la cual debo morderme los labios y pretender que la respuesta no es tan obvia como yo creía, junto con el resto del salón. Existen los alumnos que toman nota de cada palabra que dice el profesor, con la idea errónea de que esa estrategia les abastecerá de los mejores apuntes del salón. También existen los alumnos que parecen utilería, pues no interactúan para bien ni para mal en la clase; simplemente esperan que haya algo novedoso, o que el profesor se equivoque en algo, o que haya alguna didáctica entretenida, o que el profesor diga algún buen chiste. En tal caso, reaccionarán acorde, y seguirán siendo espectadores de la rutina cómica y el ridículo que solemos hacer los maestros frente a los alumnos.

Tal vez, los alumnos que más me preocupan, son los indiferentes, los que desechan la materia desde un principio bajo la premisa de que “no les servirá de nada en el futuro.” Ésas son las principales bestias con las que hay que lidiar en el día a día de la cátedra. Son los principales incitadores al ocio, la desidia y al desorden. Lo peor es que, en algo, tienen razón: La materia no les servirá de nada en la vida, pues hace falta un mínimo de interés para que, dada una situación problemática, se te pueda ocurrir usar alguna de las herramientas que, dese el principio, se desecharon.

Afortunadamente para mí, en la escuela donde trabajo, existen muchos alumnos que son el claro opuesto de lo que describí en el párrafo anterior. En estos días, dos ex-alumnos que entraron en esta categoría de entusiastas por el conocimiento y por la materia en sí, me mandaron mensajes a través del chat y de Facebook. Ambos, están estudiando algo que, al parecer, no tendría nada que ver con Computación, pero al final de cuentas, la materia que les impartí hace dos años, les ha servido de bastante. Anexo sus comentarios:

Estoy estudiando el calendario maya en literaturas prehispánicas. Resulta que es bastante complicado y discutíamos la forma para poder convertir días mayas a días de calendario occidental.
Creo que debo agradecerte mi casi linchamiento en la facultad de filosofía y letras cuando les dije: "Es refácil... con unos arreglos y unos ciclos do-while se puede hacer. ¿Alguien tiene C++?"
jaja... gracias Ruy

Me llenó de alegría el hecho de saber que alguno de mis alumnos había usado mi materia en una materia como literaturas prehispánicas. ¿Quién lo hubiera creído? Definitivamente, si hubiera sido un alumno de utilería, habría pasado al olvido. El segundo mensaje fue el siguiente:

Hola, nada más te quería agradecer. Es muy impresionante ver que mis compañeros no saben imprimir documentos de internet. Te quería agradecer porque es maravilloso saber que uno es capaz de programar un algoritmo genético o un videojuego. Me dicen "Tú que sabes de computadoras…"

Lo que no sabía este alumno es que justo lo que acababa de describir, es el objetivo que normalmente entrego a la dirección en mi programa, cada vez que inicia el año escolar. Por tanto, creo que puedo dar mi objetivo como cumplido. Fueron días extraordinarios.

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lunes, noviembre 16, 2009

La fotografía de la semana. Parte III (Un poco de té)

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A pesar de que mi familia ha sido principalmente cafetera, de cierto tiempo a la fecha, he tomado cierto gusto por los tés e infusiones. Incluso, hoy en día me es difícil sobrevivir sin mi café vespertino; sin embargo, creo que es producto de un condicionamiento que me fue inculcado a muy temprana edad. He descubierto que el café lo uso, principalmente, para sobrevivir, mientras que el té lo uso, en su mayor medida, para convivir. El día de hoy, fui a La Condesa con una amiga y estuvimos platicando largo rato. Después de comer, nos metimos en una cafetería y yo pedí mi incondicional café, mientras que ella pidió una infusión de manzana y arándano. La trajeron en una tetera bastante peculiar que rindió lo suficiente como para llenar tres tazas de té. Cuando me dio a probar, francamente me sorprendí. Fue una delicia tal, que saqué la cámara y no tuve más remedio que tomarle una fotografía y compartirla como la fotografía de la semana pasada (ya sé… voy algo atrasado). Tuvo ciertos detalles técnicos que pude haber mejorado, como el brillo y el contraste… Espero que, con el tiempo, empiece a tomar mejores fotografías. Por el momento, tomaré más té. ¡Buen provecho!

jueves, noviembre 05, 2009

La fotografía de la semana. Parte II (Día de Muertos)

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En verdad que cada vez que camino por el Centro, me encuentro con vistas realmente impresionantes: desde arlequines comprando hamburguesas en Burger King, hasta adornos por las calles que se adecúan a cada situación. El otro día, me encontré con esta entrada adornada con motivo del Día de Muertos. A la derecha, se puede apreciar la parte inferior de la Torre Latinoamericana, donde aún tengo pendiente ir a comer al restaurante Miralto. La verdad es que esta entrada se ve muy impresionante en persona; tanto, que tuve que esperar un rato en lo que se quitaba tanta gente que hacía fila para retratarse. Espero les guste esta fotografía. Se agradecen los comentarios.

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domingo, noviembre 01, 2009

La fotografía de la semana. Parte I (Bellas Artes)

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El martes de la semana pasada, iba caminando rumbo a mi trabajo y me detuve un momento a admirar mis alrededores. Me puse a pensar que, al menos, dos días a la semana paso frente al Palacio de Bellas Artes y pocas veces me he detenido a ver lo hermosa que es esta construcción. Me volví a mi alrededor y noté con cierta amargura que los demás transeúntes tampoco se detenían ni por un suspiro a revisar la belleza inequívoca del entorno. Por tanto, decidí sacar mi celular, aprovechar que tengo una cámara integrada al teléfono, esperé a que no pasara ningún automóvil, y tomé una fotografía. Extrañamente, siento que salió bastante bien. Ya en el trabajo, decidí descargarla a mi computadora y presumí, a tantas personas como había a mi alrededor, lo bien que había salido dicha fotografía, considerando que había sido tomada desde mi celular.

Después de un rato, una amiga retomó el suceso de la foto y me comentó que siempre había querido tomar clases de fotografía. En algún momento de mi vida, entré a clases en la Universidad, pero el costo era mucho mayor de lo que yo podía pagar en ese entonces. Quedamos en revisar costos de cursos de fotografía; pero mientras tanto, nos hicimos a la tarea de tomar fotografías amateur con los teléfonos celulares y publicarlas semanalmente en nuestros respectivos blogs. De esta forma, tendremos un buen pretexto para seguir actualizando nuestros blogs. Con esta publicación, inicio una nueva serie que, espero, tenga tanto éxito como la de las Ocurrencias de los alumnos. ¿Alguien más desea unirse a la causa? Sus comentarios son siempre bienvenidos.

ACTUALIZACIÓN: Un amigo publicó una entrada similar más o menos al mismo tiempo que salió esta publicación. Pueden leer su entrada en: Jornadas: Lugares olvidados

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