viernes, diciembre 25, 2009

La fotografía de la semana. Parte VI (Desde el examen bimestral)

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Lo he dicho una y mil veces: la verdadera tortura de ser maestro es tener que calificar. Invariablemente, llega un momento en el curso, en el que es necesario generar un cuestionario evaluable y ponderable que determinará la calificación que aparecerá en las boletas de los alumnos. Para empezar, el tratar de llegar a preguntas inteligentes que hagan a los alumnos pensar, que rete su intelecto y que los haga utilizar todos y cada uno de los conceptos que se vieron en clase, es un reto titánico. Muy difícilmente logro meter ejercicios tan holísticos en mis exámenes, aunque, debo admitir, cuando logro hacerlo, me siento muy bien conmigo mismo y con mi examen. Por otra parte, otro de los grandes retos de los evaluadores, es lograr hacer un examen que dure exactamente los cincuenta minutos de la clase. A veces, eso me estresa más a mí que a los mismos alumnos.

Como nunca logro preparar el examen en tiempo para que la escuela se encargue de sacar las copias y engraparlas, normalmente yo tengo que sufrir el proceso de impresión y engrapado en mi casa durante la noche anterior a la evaluación. Cada vez que me presento en el salón y los chicos empiezan a separar sus bancas, me invade la angustia de si, en verdad imprimí el número adecuado de exámenes y si no me va a faltar alguno. Por tanto, siempre termino con copias extras.

Ya durante el examen, me gusta pasear alrededor del salón, viendo cómo va el progreso de cada alumno. Esto no hace nada mas que ponerme a pensar en las horas que habré de estar en la mesa, corrigiendo errores, interpretando ideas y descifrando caligrafías.

Durante el último examen bimestral que tuvimos, antes de salir de vacaciones, decidí sentarme en una de las bancas traseras para vigilar a los examinados. De ahí, la fotografía de la semana.

Cualquier comentario, es bienvenido.

sábado, diciembre 12, 2009

La fotografía de la semana. Parte V (It’s Beginning to Look a Lot Like Christmas!)

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Debo aceptarlo… Diciembre es uno de mis meses favoritos. No solamente es el mes en el que celebro mi cumpleaños, Navidad y demás fiestas decembrinas, sino que es, tal vez, el mes que mejores recuerdos me trae. Muchos de los viajes que recuerdo con más cariño fueron durante esta época. Hay que reconocer que, si mis papás se esforzaron arduamente por darme una excelente infancia, también es cierto que mis Navidades infantiles fueron innegablemente inmejorables. Las mejores, eran, sin duda, cuando había reuniones en grande, y los adultos armaban todo el teatro de Santa Claus, con un disfraz (que por ahí ha de estar) que era portado por aquél infeliz que tuviera aunque fuera el más mínimo parentesco con el viejo Santa Claus. Se le pegaban las cejas, se le colocaba la barba, en veces, se acomodaba la barriga y salía a repartir regalos a todos los niños que decidían quedarse despiertos buscando ver a esa figura tan mágica.

Poco a poco, mientras fuimos creciendo, esa experiencia navideña fue disminuyendo en intensidad. Sin embargo, siempre sucede algo inesperado en estas fechas, algo mágico que me hace seguir entusiasmándome ante la llegada de este mes.

La fotografía de esta semana, es la decoración que se hizo sobre el patio central de la escuela donde doy clases. En mis tiempos, sólo se ponía el árbol de Navidad justo enfrente de las escaleras que dan a la dirección. También pusieron un muñeco de nieve inflable que me pareció que no iba con el resto de la decoración y, por tanto, decidí no incluirlo en la fotografía.

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domingo, noviembre 29, 2009

Glee

Gaudeamus Igitur

Como muchos de ustedes sabrán, la escuela donde ahora doy clases es la misma donde estudié el Kindergarten, la Primaria, la Secundaria y la Preparatoria. Personalmente, le tengo un afecto muy especial. Así como esa institución me vio pasar por quince de mis años más críticos hasta el momento, yo también he presenciado una evolución constante de la Escuela hasta el día de hoy. Particularmente, recuerdo cuando cumplió 50 años de haber sido fundada.

Esa vez, la maestra de Etimologías llegó al salón con una grabadora y nos anunció que estaríamos cantando durante el festejo de la Escuela. Nos explicó que existía un canto ortodoxamente académico llamado Gaudeamus Igitur y que, con la ayuda del profesor de música, nos estaríamos preparando durante esas semanas para hacer el ridículo frente a toda la escuela, cantando en Latín. En aquella época, debo confesar, no me desagradó la idea, pues solía gustarme bastante el Latín; además, era una oportunidad para probarme como cantante, lo cual, al final, resultó ser un verdadero fracaso, pero ése será tema de alguna otra publicación. La maestra de Etimologías empezó a repartir hojas con la letra de la canción y pasamos la primera hora de clase traduciéndola, evidentemente haciendo énfasis en el romanceamiento de las palabras y las conjugaciones de los verbos. Terminamos con un esquema similar al siguiente:

Latín

Español

Gaudeamus igitur
Juvenes dum sumus.
Post jucundam juventutem
Post molestam senectutem
Nos habebit humus.

Alegrémonos pues,
mientras seamos jóvenes.
Tras la divertida juventud,
tras la incómoda vejez,
nos recibirá la tierra.

Ubi sunt qui ante nos
In mundo fuere?
Vadite ad superos
Transite in inferos
Hos si vis videre.

¿Dónde están los que antes
pasaron por el mundo?
Subid al mundo de los cielos,
descended a los infiernos,
donde ellos ya estuvieron.

Vita nostra brevis est
Brevi finietur.
Venit mors velociter
Rapit nos atrociter
Nemini parcetur.

Nuestra vida es corta,
en breve se acaba.
Viene la muerte velozmente,
nos arrastra cruelmente,
no respeta a nadie.

Vivat academia!
Vivant professores!
Vivat membrum quodlibet
Vivant membra quaelibet
Semper sint in flore.

Viva la Universidad,
vivan los profesores.
Vivan todos y cada uno
de sus miembros,
resplandezcan siempre.

Tiene más estrofas, pero no son del todo apropiadas para el ambiente escolar de nuestros días. En general, éstas son las que recuerdo haber cantado.

El Gaudeamus Igitur es el himno universitario por excelencia, muy en tono con la tradición del carpe diem, por lo que suele ser cantada en las ceremonias de graduación, especialmente en Europa, aunque la tradición ha venido a desembocar en Estados Unidos también. En la Universidad de Yale, el Glee Club inicia tradicionalmente cada concierto con esta canción y varios Glee Clubs han adquirido al Gaudeamus como himno conmemorativo de sus actos.

Glee Club

En estricto sentido, (y aparte de ser una palabra en inglés para denotar regocijo) glee se refiere a una canción, normalmente interpretada por, al menos, tres solos, y normalmente no es acompañada por música. Este tipo de canciones solían expresar sentimientos idílicos o fraternales. En ocasiones, incluían partes para sopranos que eran cantadas por los más jóvenes, aunque, con el tiempo, se fueron incluyendo mujeres en este tipo de cantos.

El primer Glee Club fue fundado en Londres en 1787 y este tipo de grupos se puso de moda hasta mediados del siglo XIX. El Glee Club más antiguo de Estados Unidos es el Harvard Glee Club, fundado en 1858. Hoy en día, muchas instituciones educativas, sobre todo estadounidenses, siguen teniendo al Glee Club como una de sus actividades extra-académicas.

Glee: A biting comedy for the underdog in all of us

Ryan Murphy, Brad Falchuk, e Ian Brennan retomaron el concepto del Glee Club y formaron una serie de televisión de Fox, llamada Glee. A pesar de que fue originalmente concebida como una película, hace algunas semanas salió al aire esta serie y, francamente, no he podido dejar de verla. Esto tiene un gran significado para mí, sobre todo si suponemos que no veo nada de televisión desde hace ya varios años. La última vez que seguí una serie de este estilo, fue cuando todavía pasaban nuevos capítulos de Friends. glee 2 Glee cuenta la historia de un coro de preparatoria conformado por lo que los convencionalismos sociales occidentales actuales llamarían fracasados sociales. De esta forma, muestran varios de los clichés de las minorías adolescentes estadounidenses, desde la niña ñoña, hasta el chico en silla de ruedas, pasando por el personaje asiático, el gay, la afroamericana, el punk, y demás. Todos estos estudiantes son dirigidos por el profesor de Español, quien hace todo lo posible por levantar los ánimos de sus alumnos a través del canto, el baile, y un poco de ejercicios histriónicos.

En lo particular, me parece una maravilla de serie. Capítulo a capítulo, me voy adentrando cada vez más a las historias de cada uno de los personajes principales y me encariño con varios personajes secundarios. En alguna ocasión, platicando con una amiga, comentamos nuestras opiniones y perspectivas frente a la vida y nuestra pasión por los musicales. Terminamos la sesión (casi terapéutica) con la siguiente frase: “'Cause life should be like a musical; with witty songs, flashy dances, and an astounding ending.” Eso es lo que representa para mí esta serie de televisión. Las canciones son, en su mayoría, covers de canciones populares e, incluso, canciones de musicales de Broadway. Las adaptaciones me parece que son bastante buenas, pero cabe resaltar las coreografías que, en su gran mayoría, son dignas de un espectáculo neoyorkino.

El reparto

Podría describir a cada uno de los personajes, pero he decidido que, por tiempo y espacio, mejor mencionaré con los que me he identificado más y los que más me han divertido:

Will SchuesterWill Schuester: ¿Cómo no identificarme con el profesor de Español y director del coro? Su esperanza y empeño por  regresarle al Glee Club sus tiempos de gloria me recuerdan a mí mismo, tratando de dar quizás una de las clases menos populares de la escuela donde trabajo. Su pasión por la música, el baile y por sus alumnos, lo llevan a una vida de creatividad constante, mientras que, por otro lado, vive aferrado a la idea de que algún día será papá, sentimiento que, como saben, también me es singularmente atractivo en mi vida diaria. Es interpretado por Matthew Morrison.

Sue Sylvester: Es, tal vez, uno de los personaSue Sylvesterjes antagónicos más interesantes de nuestros tiempos. Funciona como el coach de las porristas, quienes son, junto con el equipo de football, el natural rival de los chicos que participan en el coro. Tiene una personalidad destructivamente competitiva y el cinismo con el que encara a Will Schuester es, francamente, apabullante. No dejo de reír cada vez que aparece Sue en escena. Creo que Jane Lynch ha hecho un excelente trabajo encarnando a Sue Sylvester.

Emma Pillsbury Emma Pillsbury: A pesar de ser un personaje meramente secundario, creo que estoy profundamente enamorado de ella. Jayma Mays interpreta a la orientadora escolar. Es un personaje totalmente pulcro (a veces, hasta obsesivo), con un amor platónico que trata de ocultar, pero quien se ha tenido que adaptar a las circunstancias maritales de su amado. Vive con un optimismo total que, junto con la expresividad absoluta de sus ojos, la hace totalmente encantadora.  Rachel Berry

Rachel Berry: Después de haber estado en Spring Awakening , Lea Michele regresa a sus orígenes musicales en Glee, interpretando a Rachel, sin duda una de las integrantes más talentosas del coro. Es el total opuesto de las chicas populares y todo lo contrario al grupo de porristas que la atormentan. Sus sueños de gloria y su perfeccionismo total hacen de ella la típica niña ñoña que se esfuerza por salir adelante sin importar lo que los demás piensen de ella, a pesar de que, en ocasiones, ponga en riesgo a su amor actual.

Finn Hudson Finn Hudson: Cory Monteith es el chico deportista que decide entrar al coro escolar. Finn vive en el constante dilema de cantar en el coro o dejar de sacrificar sus amistades, su popularidad, y hasta su novia. Por otra parte, vive creyendo que es el responsable de que su novia esté embarazada, pero el espectador sabe que hay más allá de ese asunto. La pregunta es saber si en algún momento podrá conocer la verdad. Tal vez no sea uno de los mejores actores del reparto, pero me parece fascinante cómo trata de mantener ese equilibrio.

Kurt Hummel: Chris Colfer ha interpretado dos canciones de dos de mis musicales favoritos: Chicago y Wicked. Kurt eKurt Hummels el chico gay que vive atormentado por el equipo de deportistas escolares por sus preferencias sexuales. Sin embargo, en ningún momento ha perdido el estilo ni su gusto por la moda. En uno de los primeros episodios, le contesta a sus agresores “One day, you’ll all work for me,” lo que denota una alta autoestima. También ha demostrado total lealtad al club del coro y vive tratando de entender cómo su papá puede aceptarlo como es sin perjudicarlo al mismo tiempo.

Conclusión

Cuando empezaron a sacar los capítulos en México, fue impresionante la cantidad de gente que se comunicó conmigo de distintas formas (teléfono, correo, SMS, chat, etc.) para recomendarme esta seria. Creo que se debió al hecho de que tanta gente sabe lo mucho me gustan este tipo de entretenimientos y lo poco que veo televisión. Muchas gracias a todos. En verdad he disfrutado de cada capítulo. Siento que es lo que High School Musical debió haber sido pero que nunca llegó a ser. Si alguien tiene algún comentario de Glee, la televisión o de este blog en general, siéntase bienvenido de compartirlo.

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martes, noviembre 24, 2009

La fotografía de la semana. Parte IV (Café: el elixir prohibido)

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Como lo comenté en algún post anterior, no perdono el café matutino. Necesito cierta dosis de cafeína recorriendo las venas, al menos una vez al día; sobre todo si es gratis. El día de hoy, un compañero del trabajo tuvo el gentil (y poco premeditado) gesto de invitarnos un café de Starbucks a varias de las personas que estamos trabajando con uno de mis clientes. En lo que esperaba a que llegara todo el grupo, observé cómo un felino negro cruzaba la calle con la determinación y soberbia digna de todo un noble medieval. Miraba a todos de soslayo mientras, a pasos pausados, se acercaba al lugar donde yo seguía esperando, ya en compañía de una amiga. Algo debió haber llamado su atención, pues interrumpió brevemente su caminata matutina y miró hacia el interior de la cafetería. Quizás le llamó la atención la decoración, o la cantidad de gente que se encontraba adentro, o el bullicio inteligible que provenía de todas partes, o el jazz barato que permite escuchar sólo a la persona que está enfrente de ti, pero a nadie más, o el olor del Toffee Nut Latte que trae a mis sentidos toda la experiencia navideña. Muy probablemente fue una combinación de todos estos factores. El punto es que, mientras se tomó el tiempo de admirar el interior, me dio la oportunidad perfecta para sacar mi teléfono y tomar una fotografía. Tal vez no lo debí haber hecho… El resto del día fue bastante tortuoso. Ya saben lo que dicen… de los gatos negros…

Cualquier comentario-breviario-sugerencia-afirmación-insulto será bienvenido.

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viernes, noviembre 20, 2009

Ocurrencias de los alumnos. Parte XII

Studying glasses http://www.flickr.com/photos/lethaargic/ / CC BY 2.0

Cuando uno da clase, es muy entretenido ver las distintas personalidades de los alumnos. Al fondo, del lado izquierdo, junto a las ventanas que dan al patio, invariablemente se sientan las niñas que sé que no dejarán de platicar en clase, pero que estarán rogando por unas décimas al final del curso. Del lado derecho, se estarán sentando los varones adolescentes conflictivos que, si uno les sigue la corriente al inicio de la clase, es fácil hacer que pongan atención durante el resto de la hora. Muchas veces, los nerds se sentarán en esa zona, sólo que más hacia adelante, donde pueden atender al profesor y al mismo tiempo hacerles creer a sus amigos que no les interesa la clase. Al centro del salón y hacia atrás, estarán todos aquellos que gozan de el elixir de la secundaria y la preparatoria: la popularidad. Ahí nos encontraremos con los atletas, las fresas responsables, y todo aquel alumno que tarde o temprano terminará copiando algún proyecto y creerán que son más inteligentes que los maestros. Al centro y hacia el frente, suele ser el lugar de personas diversas, normalmente quien llegó tarde a la repartición de asientos del primer día (yo solía estar en esa sección).

Cada una de estas personalidades determinarán posteriormente su interacción con la clase. Año con año, alguien termina sorprendiéndome con alguna pregunta interesante. Sin embargo, también me topo en cada generación con gente que claramente no tiene idea de qué está haciendo, o que hacen alguna pregunta por la cual debo morderme los labios y pretender que la respuesta no es tan obvia como yo creía, junto con el resto del salón. Existen los alumnos que toman nota de cada palabra que dice el profesor, con la idea errónea de que esa estrategia les abastecerá de los mejores apuntes del salón. También existen los alumnos que parecen utilería, pues no interactúan para bien ni para mal en la clase; simplemente esperan que haya algo novedoso, o que el profesor se equivoque en algo, o que haya alguna didáctica entretenida, o que el profesor diga algún buen chiste. En tal caso, reaccionarán acorde, y seguirán siendo espectadores de la rutina cómica y el ridículo que solemos hacer los maestros frente a los alumnos.

Tal vez, los alumnos que más me preocupan, son los indiferentes, los que desechan la materia desde un principio bajo la premisa de que “no les servirá de nada en el futuro.” Ésas son las principales bestias con las que hay que lidiar en el día a día de la cátedra. Son los principales incitadores al ocio, la desidia y al desorden. Lo peor es que, en algo, tienen razón: La materia no les servirá de nada en la vida, pues hace falta un mínimo de interés para que, dada una situación problemática, se te pueda ocurrir usar alguna de las herramientas que, dese el principio, se desecharon.

Afortunadamente para mí, en la escuela donde trabajo, existen muchos alumnos que son el claro opuesto de lo que describí en el párrafo anterior. En estos días, dos ex-alumnos que entraron en esta categoría de entusiastas por el conocimiento y por la materia en sí, me mandaron mensajes a través del chat y de Facebook. Ambos, están estudiando algo que, al parecer, no tendría nada que ver con Computación, pero al final de cuentas, la materia que les impartí hace dos años, les ha servido de bastante. Anexo sus comentarios:

Estoy estudiando el calendario maya en literaturas prehispánicas. Resulta que es bastante complicado y discutíamos la forma para poder convertir días mayas a días de calendario occidental.
Creo que debo agradecerte mi casi linchamiento en la facultad de filosofía y letras cuando les dije: "Es refácil... con unos arreglos y unos ciclos do-while se puede hacer. ¿Alguien tiene C++?"
jaja... gracias Ruy

Me llenó de alegría el hecho de saber que alguno de mis alumnos había usado mi materia en una materia como literaturas prehispánicas. ¿Quién lo hubiera creído? Definitivamente, si hubiera sido un alumno de utilería, habría pasado al olvido. El segundo mensaje fue el siguiente:

Hola, nada más te quería agradecer. Es muy impresionante ver que mis compañeros no saben imprimir documentos de internet. Te quería agradecer porque es maravilloso saber que uno es capaz de programar un algoritmo genético o un videojuego. Me dicen "Tú que sabes de computadoras…"

Lo que no sabía este alumno es que justo lo que acababa de describir, es el objetivo que normalmente entrego a la dirección en mi programa, cada vez que inicia el año escolar. Por tanto, creo que puedo dar mi objetivo como cumplido. Fueron días extraordinarios.

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lunes, noviembre 16, 2009

La fotografía de la semana. Parte III (Un poco de té)

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A pesar de que mi familia ha sido principalmente cafetera, de cierto tiempo a la fecha, he tomado cierto gusto por los tés e infusiones. Incluso, hoy en día me es difícil sobrevivir sin mi café vespertino; sin embargo, creo que es producto de un condicionamiento que me fue inculcado a muy temprana edad. He descubierto que el café lo uso, principalmente, para sobrevivir, mientras que el té lo uso, en su mayor medida, para convivir. El día de hoy, fui a La Condesa con una amiga y estuvimos platicando largo rato. Después de comer, nos metimos en una cafetería y yo pedí mi incondicional café, mientras que ella pidió una infusión de manzana y arándano. La trajeron en una tetera bastante peculiar que rindió lo suficiente como para llenar tres tazas de té. Cuando me dio a probar, francamente me sorprendí. Fue una delicia tal, que saqué la cámara y no tuve más remedio que tomarle una fotografía y compartirla como la fotografía de la semana pasada (ya sé… voy algo atrasado). Tuvo ciertos detalles técnicos que pude haber mejorado, como el brillo y el contraste… Espero que, con el tiempo, empiece a tomar mejores fotografías. Por el momento, tomaré más té. ¡Buen provecho!

jueves, noviembre 05, 2009

La fotografía de la semana. Parte II (Día de Muertos)

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En verdad que cada vez que camino por el Centro, me encuentro con vistas realmente impresionantes: desde arlequines comprando hamburguesas en Burger King, hasta adornos por las calles que se adecúan a cada situación. El otro día, me encontré con esta entrada adornada con motivo del Día de Muertos. A la derecha, se puede apreciar la parte inferior de la Torre Latinoamericana, donde aún tengo pendiente ir a comer al restaurante Miralto. La verdad es que esta entrada se ve muy impresionante en persona; tanto, que tuve que esperar un rato en lo que se quitaba tanta gente que hacía fila para retratarse. Espero les guste esta fotografía. Se agradecen los comentarios.

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domingo, noviembre 01, 2009

La fotografía de la semana. Parte I (Bellas Artes)

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El martes de la semana pasada, iba caminando rumbo a mi trabajo y me detuve un momento a admirar mis alrededores. Me puse a pensar que, al menos, dos días a la semana paso frente al Palacio de Bellas Artes y pocas veces me he detenido a ver lo hermosa que es esta construcción. Me volví a mi alrededor y noté con cierta amargura que los demás transeúntes tampoco se detenían ni por un suspiro a revisar la belleza inequívoca del entorno. Por tanto, decidí sacar mi celular, aprovechar que tengo una cámara integrada al teléfono, esperé a que no pasara ningún automóvil, y tomé una fotografía. Extrañamente, siento que salió bastante bien. Ya en el trabajo, decidí descargarla a mi computadora y presumí, a tantas personas como había a mi alrededor, lo bien que había salido dicha fotografía, considerando que había sido tomada desde mi celular.

Después de un rato, una amiga retomó el suceso de la foto y me comentó que siempre había querido tomar clases de fotografía. En algún momento de mi vida, entré a clases en la Universidad, pero el costo era mucho mayor de lo que yo podía pagar en ese entonces. Quedamos en revisar costos de cursos de fotografía; pero mientras tanto, nos hicimos a la tarea de tomar fotografías amateur con los teléfonos celulares y publicarlas semanalmente en nuestros respectivos blogs. De esta forma, tendremos un buen pretexto para seguir actualizando nuestros blogs. Con esta publicación, inicio una nueva serie que, espero, tenga tanto éxito como la de las Ocurrencias de los alumnos. ¿Alguien más desea unirse a la causa? Sus comentarios son siempre bienvenidos.

ACTUALIZACIÓN: Un amigo publicó una entrada similar más o menos al mismo tiempo que salió esta publicación. Pueden leer su entrada en: Jornadas: Lugares olvidados

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sábado, octubre 10, 2009

The Reader

The Reader 6 “She had favourites. Girls, mostly young. We all remarked on it, she gave them food and places to sleep. In the evening, she asked them to join her. We all thought - well, you can imagine what we thought. Then we found out - she was making these women read aloud to her. They were reading to her.” – Bernhard Schlink (The Reader)

 

 

Muchos de mis vicios actuales fueron adquiridos durante mis épocas de Preparatoria y durante la Universidad. Definitivamente, uno se mis más grandes vicios fue adquirido en la escuela donde estudié el Kinder, la Primaria, la Secundaria y la Preparatoria. Hasta la fecha, me es muy difícil pasar periodos de tiempo largos sin tener qué leer. La lectura se ha convertido en algo más que un pasatiempo; se ha convertido en parte esencial de mi vida. Recuerdo las épocas de proyectos y exámenes en la Universidad, en los que apenas tenía tiempo para respirar. Podíamos pasarnos semanas enteras en casas de amigos tratando de entregar los benditos proyectos en la fecha establecida por los profesores. Incluso, hoy en día todavía hay ocasiones en las que tengo que pasarme la noche en vela (como si las velas aún protagonizaran los desvelos) tratando de sacar algún entregable para mis clientes o para mis alumnos. En esas ocasiones de ocupación máxima y desmesurada, a pesar de la calidad de los resultados que entregábamos (normalmente solían ser bastante buenos) siempre tenía un sentimiento de vacío, y la verdad es que tengo la necesidad de tomar algún libro para sentirme bien conmigo mismo. Creo que el exceso de textos que tuve que leer en mi educación básica hicieron de mí, quizás no un ser más conocedor, pero definitivamente, un ser mucho más lector.

Recuerdo que mis papás me leían todas las noches. De hecho, en alguna ocasión, compraron uno de esos libros con trescientos sesenta y cinco cuentos, uno para cada día del año. Ingenuamente creíamos que nos iban a durar tanto tiempo pues, al cabo de unas semanas, ya habíamos recorrido los cuentos, incluso varias veces. Recuerdo especialmente el cuento de una lechera que, por ir pensando en una fortuna a futuro, tiraba su jarrón de leche, echando a perder sus sueños. No sé por qué me gustaba tanto ese cuento. Mi mamá, indulgentemente, lo leía continuamente, a veces hasta el cansancio; pero había algo en esa historia que me llegaba en ese entonces.

También llegan a mí memorias de cuando aprendí a leer. Tengo vagos recuerdos de haber creído que el aprender a leer era un proceso físicamente doloroso. No me explicaba cómo alguien, con sólo ver una página, podía reproducir una y otra vez las palabras que eran contenidas en ella. Me imaginaba que, en algún punto de la vida, uno tenía que someterse a una especie de intervención quirúrgica combinada con polvos mágicos y, a partir de ahí, uno salía con la extraña habilidad de leer. Fue hasta que relacioné el hecho de que podía haber garabatos que representaran sonidos, que pude tranquilizarme y entender que leer era una habilidad adquirida, como caminar o jugar algún deporte.

El primer libro formal que leí en mi vida por mí mismo, fue El diario de Ana Frank. Sé que es un ejemplar algo atípico para ser el primer libro de alguien, pero hubo un tiempo en que encontré cierto interés por la Segunda Guerra Mundial y por el Holocausto. Todavía hoy en día siento cierta atracción por las anécdotas que han salido a la luz de ese momento histórico que, esperemos, nunca se repita.

En uno de mis últimos viajes a Estados Unidos, me encontré en un Barnes & Noble un libro que llamó poderosamente mi atención. Para empezar, muestra a Kate Winslet en su portada semidesnuda y con una expresión que me intrigó en el momento en que la vi. En segundo lugar, el título, The Reader, me recordó por un momento mis experiencias aprendiendo a leer. Por otra parte, tenía un pequeño letrero que afirmaba que venía una película basada en ese libro próximamente. Finalmente, leyendo la contraportada, me di cuenta de que tenía una historia que involucraba a la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto.

The Reader (Movie Tie-in Edition) (Vintage International)

Lo compré en aquella ocasión y no me hice el tiempo necesario para leerlo (a pesar de sus breve longitud) hasta ahora. La verdad es que la historia es interesante, el libro está bien escrito, pero siento que no aporta demasiado al lector. Alcanza a tocar brevemente algunos temas meramente humanos (adolescentes en ocasiones) pero no le permite al lector identificarse con los personajes. En ocasiones, se pierde en discursos filosóficos que, si bien, complementan la historia principal, también es un hecho que distraen demasiado de los hechos principales. Hubo un momento en que decidí terminarlo simplemente por puro rigor de lector; sin embargo, debo decir que el final valió la pena el hecho de que no me hubiera desesperado y no lo hubiera abandonado.

Extrañamente, éste es uno de esos casos raros en los que la película sobrepasa la calidad del libro. A pesar de ser, casi en su totalidad, fiel al libro, la cinta muestra un giro vertiginoso frente a cómo presenta cada uno de los eventos de la novela. A mi parecer, existe un sentido de coherencia y cohesión que nunca experimenté en el texto escrito.

The Reader 1Aunque dice ser protagonizada por Kate Winslet y Ralph Fiennes, la verdad es que Winslet se lleva, por mucho, las palmas en esta película. No en vano le mereció el Óscar a mejor actriz estelar de 2009. Hay que mencionar también la actuación de David Kross quien encarna una versión joven de Ralph Fiennes. Por otra parte, Fiennes tiene un papel casi secundario y aparece brevemente, sobre todo hacia el final de la película.

Winslet interpreta a Hanna, una mujer alemana que esconde bajo su orgullo un secreto que la condenará por el resto de su vida. Fiennes y Kross interpretan a dos versiones distintas de Michael Berg, un joven enamoradizo que tiene que luchar contra su moral interna a favor de la dignidad de su amada, Hanna. ¿Qué es lo que une a estos dos personajes y qué es lo que los mueve a lo largo de la historia? La lectura.

The Reader 4

De esta forma, la lectura parece ser un personaje que rodea a todos los demás temas que presenta la trama. En ocasiones, es un pretexto sensual; otras veces, es motivo de conflicto; a veces, representa la injusticia; y finalmente, determina la dignidad de los personajes, y es que, no hay nada como una buena lectura en voz alta. Ahora que lo recuerdo, muchos de mis profesores de literatura de la Preparatoria son muy buenos oradores y excelentes lectores en voz alta. Creo que eso influyó fuertemente en el gusto por la lectura con el que salimos varios de los alumnos de esa Escuela.

The Reader 3 Me gustaría decir que el maquillaje es bastante malo. La versión madura de Kate Winslet no es del todo creíble; sin embargo, el libro es muy enfático en describir que, a pesar de sus años, todavía conservaba ciertos rasgos juveniles y un todo de voz constante. Por tanto, pudo haber sido decisión del director. Creo que la dirección, que corre a cargo de Stephen Daldry, es excelente. Toma muchas decisiones acertadas y tiene un juego de cámaras y de sombras que a veces las usa como transiciones, a veces para esbozar las personalidades de los personajes. Creo que sus elecciones van todas hacia el propósito constante de seguir contando una historia que, me parece, es de los puntos más importantes en una película.

The Reader 5

Por primera vez, recomendaré la película y no el libro:

Película: 9/10

Libro: 7.5/10

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miércoles, septiembre 30, 2009

Ocurrencias de los alumnos. Parte XI

Study  http://www.flickr.com/photos/frammenti/ / CC BY 2.0

La semana pasada fue, en definitiva, una de las más intensas de toda mi vida. El lunes y el martes, salí alrededor de la media noche de las instalaciones de mi cliente, el miércoles sucedió un problema crítico relacionado con una base de datos y tuve que quedarme toda la noche del miércoles al jueves y del viernes al sábado. Llegué a la casa el sábado por la noche y el domingo no fue mas que una transición de sueño entre un día de arduo trabajo y el lunes, que empezó de nuevo la semana. He estado francamente agotado y siento como si todavía no me recuperara del todo.

Siempre he dicho que la vida da altas y bajas constantemente y, por más antagónica que parezca, siempre habrá momentos mejores. Es simple cuestión de probabilidad.

Recapitulando el día de hoy, me di cuenta de que sucedieron dos eventos que me levantaron los ánimos y, francamente, ya me siento mucho mejor. Ambas situaciones tuvieron que ver con mis alumnos.

Hoy en la mañana, dediqué la clase a avanzar el proyecto y revisar si había dudas. Como nos acercamos a los exámenes bimestrales, trato de relajar un poco las clases, para no presionar tanto a los chicos y me pongo a platicar con ellos en lo que trabajan. De esta forma, uno llega a enterarse de los mejores chismes del mundo estudiantil: desde las novedades de la Fiesta Mexicana, hasta que una pareja escolar cumple hoy sus primeros tres meses de noviazgo. Caminando entre las computadoras, me acerqué a regañar a una alumna que no estaba trabajando y, de la nada, abrió su programa y me dijo “Ya acabé.” Francamente, me extrañaba que no estuviera programando, debido a que suele ser una alumna muy dedicada. Corroboré brevemente el dato que acababa de comentarme y decidí que era momento de ponerme a platicar con ella. Platicamos de las excursiones que están planeando por parte de la escuela, de los trabajos y tareas que tienen que entregar en esas semanas, de sus impresiones de los exámenes de su último año en la escuela, y finalmente, decidió platicar de su novio, quien está estudiando en el ITAM. De repente, vi cómo le brillaron los ojos y me dijo “Ruy, lo mejor de todo es que yo le ayudo con sus tareas de computación.” Ante mi mirada escéptica, reafirmó diciendo “Sí, yo sé más que él de programación.” Eso, francamente, me alegró toda la mañana.

El segundo suceso fue hace un par de horas, cuando me contactó una ex-alumna, miembro de la primera generación a la que le di clases. Seguía sacando los pendientes que no pude atender la semana pasada y me llegó el siguiente mensaje a mi Messenger:

¡¡Hey, Ruy!! Sólo quería decirte que, de nuevo, brillé por saber programar, jajaja. Neta te lo debo a ti… y eso que hace como un año que no programaba y pues ya se me olvidaron varias cosas… pero bueno, sólo es cosa de repasar.

Creo que, como maestro de preparatoria, son dos de los mejores comentarios que nos pueden hacer. El primero pudo haber sido un excelente intento por hacerme la barba. El segundo, lo siento un poco más genuino. De cualquier forma, no dejan de hacerme sentir que mi esfuerzo como maestro rinde frutos, quizás no a todos los alumnos, pero sí a los que deciden tomar en serio mi clase.

domingo, agosto 30, 2009

New York Update

NY II 2008-07-31 047

Como bien expresó El Inge en un comentario de la publicación anterior, viajar y escribir suelen ser actividades difíciles de seguir, sobre todo en una ciudad con tantas cosas qué hacer, como lo es Nueva York. A pesar de que soy muy afecto a la crónica y la anécdota, la vorágine de actividades y lugares para conocer me ganó y, a pesar de que en diversas ocasiones saqué mi computadora para seguir con la crónica, no avancé mucho. Sin embargo, me hice de una pequeña libreta y una pluma que me acompañaron a lo largo de mi viaje y pude hacer varias anotaciones importantes para después escribir la crónica que prometí. Eso, aunado a la magia de las fotografías que tomamos, me han puesto a trabajar en los últimos días en una descripción de los puntos importantes del viaje. Estaré haciendo actualizaciones periódicas, en cuanto termine de organizar las fotografías, notas, recuerdos y demás.

Por otra parte, ya he regresado a las labores docentes y es aparte siempre me ha quitado bastante tiempo de escritura. Intentaré organizarme de la mejor forma, dejar Facebook en segundo plano (a pesar de ser un adicto consciente de los males de las redes sociales) y retomar mi blog que, a pesar de que tantas actividades en mi vida diaria sugieren que debería dejarlo por el bien, aún queda un sentimiento interior que me impulsa a seguir escribiendo.

Finalmente, quisiera agregar que mi trabajo formal y de tiempo completo que realizo al día a día me consume más tiempo que antes. Tengo mayores responsabilidades y, con eso, se va todo el tiempo personal que tenía hace no mucho. He tenido que dejar varias cosas (como el teatro e, incluso, un grupo de mis alumnos) pero me niego a dejar tantas cosas que me gustaban por completo. Tal vez la frecuencia con la que hacía mis pasatiempos disminuya, pero me niego a creer que es hora de dejar atrás las actividades que forman parte de mi ser. Tal vez sea la crisis de los 25, pero hay varios de mis amigos y seres de edad cercana que están pasando por situaciones similares. Algunos, incluso, se encuentran pasando por situaciones mucho más adversas.

Creo que es una época de decisiones, de complicaciones, y, sobre todo, de mucho trabajo. Por si a alguien le interesa, sigo aquí, empeñado en hacer crecer mi blog, y buscando seguir siendo yo mismo.

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lunes, julio 27, 2009

New York I – Start Spreading the News!

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Imagen de fergusonphotography

Desde que era pequeño, mi familia siempre se preocupó por compartirme ese placer por conocer nuevos lugares y viajar. Quizás, nunca viajamos a lugares demasiado exóticos, ni demasiado lejanos o místicos, pero siempre procurábamos hacer, al menos, un viaje anual. Es totalmente comprensible, considerando que la mitad de mi familia vive en Costa Rica y la otra mitad vive en Guanajuato. Evidentemente, mis papás se preocuparían tarde o temprano por llevarme a conocer a sus respectivas familias. Poco a poco, fuimos expandiendo nuestras sitios de visita y esa costumbre temprana me llevó a conocer lugares inimaginables, a lo largo de América y Europa.

Cuando salí de la primaria, mis papás decidieron festejar los seis años de arduo trabajo y de excelentes calificaciones (solía ser más aplicado que en recientes fechas) con un viaje a la parte más al norte de América que he conocido. El viaje incluyó ciudades como Philadelphia, Washington D.C., Pittsburgh, Niágara, Toronto, Ottawa, Montreal, Boston, Cambridge y, por supuesto, Nueva York.

Fue en esa ocasión, cuando me enamoré de la ciudad que nunca duerme, con la gente por millares, las tiendas derrochadoras, las excentricidades exquisitas, el bullicio citadino, la prisa y el estrés, los parques gigantescos, los rascacielos impertinentes, los restaurantes inimaginables, y el teatro musical en su máxima expresión. Recuerdo que fue breve nuestra estancia. También debo mencionar que fue algo accidentada, pues todos éramos novatos en aquel tiempo hace ya tantos años atrás y una ciudad como Nueva York acoge sólo a aquellos viajeros experimentados que buscan cierto nivel de aventura citadina.

La aventura continúa, pues desde hace ya varios meses, unos amigos del trabajo y yo hemos estado planeando un viaje a Nueva York. Francamente, cuando surgió la idea, no me sentí lo suficientemente seguro con ella. Llevo años viajando y siempre he tenido la ayuda de mis padres en la parte económica. Incluso, cuando me fui a Argentina con mis amigos, a pesar de que terminé pagando todo el viaje, mis papás me apoyaron con la tarjeta de crédito que sería acreedora a los meses sin intereses que hacían al viaje costeable. En esta ocasión, es distinto, es oficial: he terminado de pagar todo lo necesario para mi viaje y saldré el próximo viernes a emprender una travesía que había estado esperando desde hace ya muchos años. Tenemos listo el vuelo, el alojamiento, y ciertas atracciones, incluyendo boletos para The Phantom of the Opera, The Lion King y Wicked. Hasta el momento, es todo lo que había deseado desde hace ya mucho tiempo.

He comprado una cámara nueva y me he llenado con la determinación de escribir, aunque sean breves palabras, de manera persistente en este blog, acerca de lo que acontezca en esta ciudad. Tengo muchas ilusiones de este viaje y quisiera que esta bitácora viva por mucho tiempo, para tener de dónde recordar esta experiencia tan prometedora.

Por lo tanto, si mi blog aún cuenta con la valiosa participación de lectores, por más escasos que sean, debo pedirles que estén al pendiente de las actualizaciones que haga a partir del próximo viernes 31 de julio, día en que empezará esta aventura.

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domingo, junio 07, 2009

La elegancia del erizo

umbrella “Aparentemente, de vez en cuando los adultos se toman el tiempo de sentarse a contemplar el desastre de sus vidas. Entonces se lamentan sin comprender y, como moscas que chocan una y otra vez contra el mismo cristal, se inquietan, sufren, se consumen, se afligen y se interrogan sobre el engranaje que los ha conducido allí donde no querían ir.”Muriel Barbery (La elegancia del erizo)
Imagen de Thomas Hawk
Todo inició como suelen comenzar los mejores relatos: con una noche lluviosa y una mujer misteriosa… Había llegado a mi casa después de un arduo día de trabajo. Empezaba a descalzarme y a recostarme brevemente sobre el sillón de la sala en lo que escuchaba cómo las gotas golpeaban los vidrios que separan la sala de mi casa con el balcón y el exterior del edificio.
Estaba a punto de caer en un letargo de cansancio, cuando recibí un mensaje de texto en mi celular. Me incorporé de nuevo, tratando de alejar el sopor, y leí: “Vecino, ¿se encuentra usted en su casa? Necesito hacerle un depósito.” El remitente era una amiga a quien había encontrado en Internet después de mucho tiempo de no platicar. La semana anterior habíamos ido por un café y habíamos charlado de la vida, del trabajo, de las ilusiones perdidas, y de mi crisis de los veintes. Respondí de manera afirmativa, preguntando acerca de a qué tipo de depósito se refería. Lo único que recibí de regreso fue un “Llego en 10 minutos.”
Me quedé un momento pensando en si me debía dinero por alguna razón, o si había mencionado algo acerca de un depósito la semana anterior. Sin encontrar una respuesta coherente al respecto, decidí que lo mejor que podía hacer era simplemente esperar a que llegara.
Diez minutos después, sonó el timbre con exactitud cronométrica. Bajé a abrir y me encontré a mi amiga esperando pacientemente en el umbral de la puerta del edificio donde vivo. Llevaba un abrigo impermeable y sostenía un paraguas con la mano derecha, mientras en la mano izquierda cargaba su bolsa y algunos artículos que acababa de comprar. La saludé con toda cortesía y, sin perder el tiempo en plática cordial sin sentido, buscó en su bolsa un artículo que, tras sacarlo y verlo por un instante, depositó en mi mano.
-Sabía que si decía que venía a dejarte un libro, no lo aceptarías, así que tenía que decirte que era un depósito –dijo, seguramente sonriendo para sus adentros. Tenía razón. Yo también sonreí discretamente.
Sin decir más, se despidió y amablemente rechazó mi intento por acompañarla de regreso a su casa. Observé en mis manos un libro con una fotografía de una niña en la portada, con la Torre Eiffel como fondo, retocado con colores pastel. Me volví una vez más hacia la dirección por la que mi vecina había llegado y me quedé mirándola caminar elegantemente bajo la lluvia, sosteniendo firmemente su paraguas.
Regresé de nuevo al sillón y empecé a hojear el libro. Se trataba de una novela originalmente francesa llamada La elegancia del erizo, un nombre que, a mi parecer, era poco común y le añadía cierto misterio a la misma obra.
Debo admitir que ha sido uno de los mejores depósitos que me han hecho en mi vida. Ha sido un libro que ha cambiado mi forma de ver la cotidianeidad en una ciudad como lo es México DF. Me explico:
Grenelle 47 Rue de Grenelle, Paris, France
Imagen tomada de Google Maps
La novela trata de dos historias paralelas, la de Renée Michel y la de Paloma Josse. Ambas viven en el número 7 de la calle Grenelle, en París y comparten otra peculiaridad: frente a un entorno banal, hipócrita y absurdo, ambas esconden una faceta erudita que les permite sobrevivir ante las paradojas que las rodean.
Renée es la portera del edificio, y tiene la completa determinación de aparentar ser nada más sofisticado que eso. Teme llamar la atención de los residentes burgueses y ha aceptado el arquetipo de pobre frente a una sociedad privilegiada. Enciende la televisión en el canal más trivial que encuentre cada vez que pasa alguno de los habitantes del edificio, se muestra renuente a utilizar un amplio vocabulario, a pesar de conocerlo, y vive escondiendo uno de sus atributos más interesantes, una pasión por la filosofía. De esta forma, mientras está segura de que nadie la está observando, se ocupa en leer a Tolstoi, Husserl y Kant, así como en escuchar a Henry Purcell y Gustav Mahler. Lo interesante de este personaje reside en su manera de contarnos los sucesos de cada día. Escribe a manera de novela, principalmente en presente, mostrándonos su tesis a través de pequeños ensayos que va intercalando con los eventos cotidianos.
Paloma es una niña de doce años que se sabe más inteligente que su familia, que sus amigos y sus maestros en la escuela. Es hija de un miembro importante del Parlamento y vive resguardada tras sus pensamientos, y a través de los diarios que escribe periódicamente. En el primero, titulado Ideas profundas, describe a la vida desde su propio punto de vista. En el segundo, Diario del movimiento del mundo, describe todo aquello que cree merecedor de su atención, en una búsqueda incesante por convencerse a sí misma de que la vida vale la pena ser vivida. En mi parecer, Paloma es el personaje más encantador de esta novela. Las personas que me conozcan, sabrán que siempre he anhelado tener una hija en algún punto de mi vida futura. Suponiendo que yo llegue a ser mejor padre que el de esta niña, Paloma representa un prototipo de hija que me gustaría tener en el futuro. Tiene todo lo que se podría esperar de una niña de esa edad: un intelecto suficiente como para discutir basado en argumentos lógicamente correctos, una pasión por la lectura y por el conocimiento, un sentido agudo del propósito la gramática y la ortografía, un respeto por el arte y la poesía, admiración por las culturas y, por supuesto, cierta ingenuidad ante la vida. Al igual que la señora Michel, Paloma ha decidido esconder todas estas cualidades, no tanto por protegerse, sino para evitarse el estar lidiando con intelectos menores. Es Paloma quien describe al comportamiento de Renée como la elegancia del erizo, pues es una metáfora muy bella en la cual, el erizo permite ver hacia afuera una imagen llena de púas inofensivas, pero por dentro, es un animalito bastante refinado.
Entra en juego un tercer personaje, Kakuro Ozu, un japonés que llega al edificio y que servirá como catalizador para los dos personajes anteriores. Entre los tres, observarán al mundo con nuevos ojos, con la capacidad de sorprenderse ante la belleza de la vida que los rodea.
En especial, me llamó mucho la atención el sentido de la estética que se discute a lo largo del libro. Cuestiones como la belleza del lenguaje son temas que casi no he visto discutirse. Por ejemplo, concuerdo con Paloma en la aseveración de que cualquier maestro de Lengua que diga que la Gramática sirve para “escribir bien” debe ser condenado irremediablemente a al hoguera. El ser humano, como el ser estético que es, tiene la capacidad de reconocer la belleza en el lenguaje. La Gramática es una herramienta que hemos perfeccionado a lo largo del tiempo para reconocer esta belleza intrínseca del lenguaje.
Estoy francamente impactado del efecto que ha tenido este libro en mí. Lo recomiendo ampliamente a todo aquél que haya caído en el ir y venir de los hombres grises y que esté dispuesto a ver al mundo a través de una propuesta filosófica muy interesante que Muriel Barbery pone sobre la mesa. En lo personal, me he encargado de depositar este libro en las manos de varias personas que conozco que sé que podrán valorar el contenido de esta novela. Si alguno de los pacientes lectores que hayan llegado hasta este punto de esta publicación ha tenido una experiencia semejante con éste u otro libro, agradeceré sus comentarios.

Actualización: Recientemente, vi la película basada en este libro. En español, se tradujo como El encanto del erizo. Debo aceptar que es una muy buena película. Está bien escrita, bien dirigida y bien actuada. Me gustó mucho la ejecución final. Sin embargo, carece de toda la profundidad filosófica del libro. Se centran en la relación romántica entre la señora Michel y Kakuro Ozu, y no tanto en la reflexión de la cotidianeidad que tanto me había llamado la atención.

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domingo, mayo 24, 2009

Ocurrencias de los alumnos. Parte X

Bruno Imagen de Alex France

Se acerca peligrosamente el fin de cursos y con él, también llega el sentimentalismo de aquellos alumnos que cursan su último año en la escuela. Esto se suma a que muchos de ellos están intentando exentar las materias y tratan de ocupar cualquier recurso en sus manos con tal de no presentar un examen final. Sea la razón que sea, siempre es agradable recibir ciertos comentarios como profesor que indican que uno está haciendo un buen trabajo.

Hace un par de semanas, se acercó una alumna al final de la clase y me entregó un pequeño paquete de plástico que contenía un pequeño separador de piel con la siguiente frase que clama ser de Einstein: “Sólo una vida vivida para los demás vale la pena vivirla.” Del otro, venía adherida con cinta adhesiva, un pequeño trozo de papel finamente cortado con un mensaje impreso. Decía: “Los maestros que dejaron huella en mi vida son:” y luego ponía una lista de 12 maestros que oscilaban desde el Kindergarten, hasta el Bachillerato, todos en orden cronológico. El último maestro de esa lista era yo estaba resaltado con tinta roja. Al lado, se apreciaban unas imágenes de unas huellas que caminaban torpemente hacia la lista. Finalizaba la nota con un agradecimiento y su firma.

Afortunadamente para mi ego, esta alumna no necesitaba ni una sola décima de más para pasar el bimestre y, mucho menos, para exentar el año. No es el mismo caso de otro alumno que me escribió una pequeña nota en el mismo correo en el que entregaba su última tarea del ciclo escolar. Sin embargo, este alumno nunca ha sido un adulador barato, de los que empiezan a recordarte cuánto necesitan para exentar en cuanto se aproxima el último bimestre. Al contrario; cuando di calificaciones la semana pasada, se mostró muy de acuerdo con su nota, a pesar de que significaba que tendría que presentar examen final. Comparto los comentarios que me envió por correo electrónico, ligeramente editados:

Que onda Ruy, aparte del chat te quiero agradecer el haberte entregado todo este año a nosotros, los ineptos de Área I. Sé que es difícil, y de verdad te admiro por todo lo que haces por nosotros. No es fácil dar clases y trabajar al mismo tiempo, y debe de ser muy desgastante, pero aún así diste tu 110% por nosotros y trataste de enseñarnos lo mejor posible. Por eso y muchas otras cosas, como tu paciencia, tu perseverancia y no dejarnos abandonados, te doy las gracias. Fue un excelente curso de computación, en el que no solamente aprendí, sino que también me divertí bastante.
Que te sea leve la vida Ruy, te voy a extrañar como maestro.

En definitiva, es el tipo de comentarios que hacen que, cuando uno se vuelve a ver la pila interminable de exámenes por calificar, nos armemos de valor e iniciemos con la tortuosa tarea, ya que, a final del día, suele dar frutos muy valiosos

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sábado, abril 25, 2009

Mentiras

mentiras1 “Yo que he dejado todo por seguirte a ti
Y te he dado mucho más que a nadie di
Te he entregado de mi vida lo mejor
Y hoy me llamas y me dices simplemente adiós.

Mentiras… Mentiras.”
-Alejandro Jaen (Mentiras)

Cuando era pequeño y mi mamá se hartaba de tenerme en la casa, cuando ella se asustaba de la pila de juguetes tirados que crecía vertiginosamente alrededor de mi cama, cuando se hartaba de que su hijo brincara violentamente en los sillones de la sala, decidía sacarme a pasear con el pretexto de que debíamos “salir a tomar el sol.” En ocasiones, íbamos al parque, o comprábamos un helado, o caminábamos por lo que hoy es Galerías Insurgentes. Irremediablemente, nos sentábamos frente a la fuente de Liverpool Insurgentes y esperábamos a que dieran las seis, pues, justo en ese momento, el reloj que incluso hoy permanece en la fachada de la tienda departamental, daba un espectáculo que, en aquella época, me fascinaba: Todo empezaba con una serie de seis campanadas que, poco a poco, se iban tornando en una pequeña melodía bastante singular. Al mismo tiempo, un conjunto de muñecos (a veces sodados y bailarinas de ballet, a veces personajes de Disney, y a veces payasos) aparecían de una caja de metal que se encuentra en la parte inferior de la estructura. Una vez concluido el espectáculo que esperábamos a diario frente al Liverpool, helado en mano, regresábamos a nuestra casa a levantar el tiradero de juguetes y a descansar del paseo.

Lo que conservo de los años ochenta en mi memoria, se originó en esos paseos pues, recuerdo que me llamaba mucho la atención lo flagrantemente estrafalario de la moda de esa época: desde los flecos que me hacían pensar que esas mujeres estaban viendo la vida a través de una especie de código de barras, hasta las minifaldas de lycra ajustadas, pasando por los zapatos de plataforma, el maquillaje estilo Cats, los cinturones con tachas y las hombreras sin sentido.

mentirasAfortunadamente para la estética y el buen gusto, ya se ve poco de esa moda. Sin embargo, muchas personas que vivieron intensamente esos años ahora tienen cierto poder adquisitivo, y la industria teatral se ha tomado la molestia de explotarlo a través de una puesta en escena bastante interesante, llamada Mentiras.

El fin de semana pasado, tuve la oportunidad de ir a ver esta obra de teatro musical y debo confesar que, a pesar del tema y de las canciones que tanto he odiado a lo largo de mi vida, me gustó mucho el concepto y la adaptación a una obra de teatro. Como sabemos, no es nada sencillo tomar canciones tan populares y entrelazarlas en una historia coherente. Tenemos, por ejemplo, a Bésame Mucho, que intentó hacerlo con el bolero en una obra en la que, si bien se sienten pesadas tantas canciones del mismo estilo, logra hacer una historia medianamente interesante al respecto. Por otra parte, tenemos a Hoy no me puedo levantar, que como concierto de la música de Nacho Cano, está bastante bien; pero como obra teatral es totalmente vomitiva.

mentiras-musical2 Mentiras logra brindar al espectador una historia mucho más coherente que Hoy no me puedo levantar o Bésame mucho. Inicia de una manera que captura al instante a cualquier espectador despistado: con la llamada que anuncia la muerte de alguien. En este caso, cuatro mujeres son convocadas al funeral de un hombre. Al llegar, se dan cuenta de que el difunto caballero había contraído nupcias con dos de estas mujeres, y era amante de las dos restantes. Por si fuera poco, el testamento indica que una de las presentes es responsable de haberlo matado y, entre las cuatro, emprenden una aventura llena de recuerdos (tanto para ellas como para los espectadores) para desenmascarar este asesinato.

Así, emprendemos un viaje a la década de los ochenta, con canciones que para mí fueron, en su mayoría, desconocidas, pero que, alrededor de la audiencia, muchas personas cantaban en coro y aplaudían al ver sus mejores momentos de la infancia y adolescencia, cobrar vida en el escenario. Creo que es sumamente efectiva a la hora de encontrar los lugares comunes de la cultura de esos años, desde abrir los Frutsis desde la parte inferior, hasta una cantidad de telenovelas que formaban parte del día a día de las personas hace veinte años. Faltaron referencias a eventos internacionales, pero siento que el esfuerzo fue hacerla lo más mexicana posible.

untitledLas actuaciones son muy buenas, sobre todo, la de Natalia Sosa,  como niña berrinchuda y como esposa abnegada. Ella se lleva las palmas a la hora de cantar y, en cierta forma, las historias de las demás mujeres giran en torno suya. Desafortunadamente, el único rol masculino es bastante débil y el actor no es demasiado bueno. Cumple con lo mínimo necesario, pero siento que le faltó aportar bastante a la obra.

Un aspecto de la obra verdaderamente notable es la escenografía. A simple vista, se trata de un reproductor de LPs, donde el disco es la plataforma giratoria que cambia el escenario. Por encima, se puede apreciar la aguja que solía recorrer esos discos enormes y que ahora funciona como lámpara. Alrededor, se encuentran varias bocinas, muy al estilo de Hoy no me puedo levantar, pues se encargan de ocultar a la banda (extraño los musicales con orquesta) y partes del escenario. Por otra parte, la tramoya es impactante. Para empezar, cada parte de la escenografía está cuidadosamente colocada y pintada para representar una parte muy particular de la historia. Cada color representa a una mujer y cada posición en el escenario se adecúa a la historia de una manera casi mágica. Los mismos actores funcionan como tramoyistas en ocasiones, pero está tan bien cuidada la dirección escénica que es difícil estar consciente de que lo que está sucediendo no es parte de un recurso práctico en el escenario, y pareciera ser totalmente consistente con las actuaciones y el diálogo. De repente, cada parte de utilería se acomoda para formar una cama, o una oficina, o un bar, una casa, o un baño. El ingenio del diseño de este escenario me llamó mucho la atención. Entiendo que, de esta forma, se ahorra un poco en producción, pero he visto otras obras que, por ahorrar, afectan directamente a la entrega artística. No es el caso de la producción de Mentiras. Finalmente, la iluminación juega un papel muy importante, pues es la que define, al final, la historia que se está contando y es encargada de unir cada una de las piezas del rompecabezas y esclarecer el misterio.

Mentiras

Finalmente, quisiera agregar que la temática de esta obra musical significó mucho para mí en estos momentos. Como algunos de ustedes ya sabrán, me encuentro soltero de nuevo, también debido a una serie de mentiras que ya no pude tolerar. Por lo tanto, a pesar de mi repudio hacia la década de los ochenta, a pesar de mi intolerancia hacia varias de estas canciones, Mentiras representa una obra con la que, hasta cierto punto, me pude identificar, pues trata varias problemáticas inherentemente humanas.

Ayer, justamente, iba pensando en esto mientras caminaba rumbo a mi casa y, justo mientras iba pasando frente a Liverpool Insurgentes, abrupta e inesperadamente, empezaron a tocar las campanadas del reloj de la fachada de la tienda. Me detuve un rato, esperando a que salieran los muñecos bailando y recordando mis días de infancia en los que no tenía más preocupaciones que estar ahí, en ese momento, apreciar el breve espectáculo, y terminarme mi helado. Creo que extraño esos tiempos; sin embargo, creo que ahora me divierto y aprendo mucho más. Cosas de la vida…

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